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La insoportable levedad del independentismo canario

Antonio Cubillo en una marcha por la independencia de Canarias

Enrique Bethencourt

Las Palmas de Gran Canaria —

Mientras que en otras comunidades, especialmente Euskadi y Cataluña, el nacionalismo siempre ha contado con una expresión organizativa nítidamente independentista, en Canarias nunca ha sido así. Al menos hasta ahora. Otra cosa es que existan personas o incluso corrientes dentro de las actuales formaciones nacionalistas que defiendan un proyecto de futuro claramente soberanista, como sucede con la Secundino Delgado en CC.

Las organizaciones independentistas, elección tras elección, apenas logran conjuntamente el 1% de los sufragios en Canarias. Sin que logren presencia en el Parlamento, pero tampoco, salvo excepciones casi anecdóticas, en cabildos y ayuntamientos.

De hecho, el mejor resultado en las urnas en unas autonómicas lo logra el Congreso Nacional de Canarias (CNC) del fallecido Antonio Cubillo. Fue en los comicios de 1987, poco después de su regreso del exilio en Argel, con apenas el 1,31% de los votos y ningún escaño.

En los últimos comicios autonómicos, los de mayo de 2011, las fuerzas políticas que se reclaman del espacio independentista lograron superar la barrera del 1% con el siguiente resultado: Alternativa Nacionalista Canaria (0,72%), Movimiento Patriótico Canario (0,30%), Movimiento por la Unidad del Pueblo Canario (0,14%) y Unidad del Pueblo (0,13%).

Debilidad ideológica

Debilidad ideológicaEl discurso africanista de buena parte del independentismo canario, su visión descolonizadora que no da la palabra en la elección de continuidad o no con España a los actuales ciudadanos y ciudadanas de las Islas (basta con aplicar las resoluciones descolonizadoras de manera automática, sin que la ciudadanía pueda opinar nada al respecto), su debilidad ideológica, política y organizativa, así como sus profundas divisiones y variadas escisiones, tienen mucho que ver con ese escaso impacto social y electoral.

Queda la duda de si los permanentes desplantes y desprecios a Canarias por parte del Gobierno del PP, estimularán la desafección hasta el punto de hacer despertar a un más que durmiente independentismo.

La experiencia catalana de la última década, con el recurso ante el Tribunal Constitucional y el recorte al Estatut votado por dos tercios del Parlament y refrendado en las urnas en referéndum por la mayoría de votantes de esa comunidad, así como las campañas de boicot al consumo de los productos catalanes, muestra que, desde el centralismo más ácido, descerebrado y feroz, se puede alimentar las posiciones independentistas de manera acelerada. Aunque las condiciones en uno y otro territorio son bien distintas.

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