Un océano de euros azules

Los sectores de la ‘economía azul’ dan en la actualidad empleo a unas 60.000 personas

Salvador Lachica

Santa Cruz de Tenerife —

Si Canarias descubrió hace medio siglo su gallina de los huevos de oro en el turismo como factor de crecimiento económico que posibilitara su desarrollo social, lo cierto es que la crisis ha obligado a buscar otro cuerno de posible abundancia. Y parece haberlo encontrado no muy lejos, en la orilla de cada isla: el inmenso océano que baña sus costas puede estar cargado de euros gracias a la llamada economía azul.

Ha costado verlo, quizás porque los árboles no dejaban vislumbrar el bosque o, en este caso, las olas impedían contemplar el mar. Pero lo cierto es que, a tenor de la Estrategia de Especialización Inteligente (RIS3) aprobada en la pasada legislatura por el Gobierno de Canarias con el respaldo del Parlamento y el beneplácito de la Unión Europea (UE), los canarios van a volver a contemplar el mar, como hicieron sus ancestros, como fuente de sustento, pero no solo alimenticio.

Si la crisis ha obligado a hacer un caldo con la gallina (que no ha dado para dar de comer a la inmensa bolsa de pobreza que hay en el Archipiélago) y se han tenido que empeñar a mal precio los huevos de oro, el Océano Atlántico se vislumbra como una cada vez menos utópica fuente de riqueza.

Y es que Canarias no quiere convertirse en líder de pesca cefalopodera o del atún rojo, no. Lo que el Gobierno de las Islas pretende es que el Archipiélago sea en el año 2020 un líder en actividades ligadas al mar,  como la industria naval o el transporte marítimo y el turismo de deportes náuticos, pero también en biotecnología, acuicultura y energías limpias.

Por ello, este mismo octubre se ha celebrado en Las Palmas de Gran Canaria  un encuentro organizado por la UE en colaboración con el Gobierno canario y sus dos universidades en el que han participado expertos de doce países, con el objetivo de  explorar las posibilidades de crecimiento de la llamada economía azul.

Crecimiento azul 

Y como la mejor forma de apostar por activar un sector emergente es con financiación, la Consejería de Economía ha decidido ya la distribución de los 25 millones de fondos europeos destinados a las Islas dentro del programa Crecimiento Azul en la estrategia dirigida al Océano Atlántico.

Así, 14 millones irán a  programas de investigación, desarrollo y transferencia tecnológica a las empresas, otros 7 millones se invertirán en programas que eleven la competitividad de las pymes canarias y el resto irá a actividades vinculadas al medio ambiente.

Según los datos que maneja la Consejería de Economía, las actividades ligadas al mar representan hoy el 6 % del producto interior bruto de Canarias (PIB) y dan empleo a unas 60.000 personas. El propio consejero, Pedro Ortega, ha asegurado que las previsiones de los propios sectores implicados indican que, de aquí a 2020, se darán las condiciones para que la economía azul duplique su peso.

Y las palabras de Ortega son más que posible euforia. Ya en septiembre del año 2012, cuando la Comisión Europea  aprobó su Comunicación sobre el Crecimiento Azul se aseguraba que el desarrollo económico y las perspectivas de empleo en la economía marítima y marina eran prometedores para contribuir a la recuperación económica de Europa.

“Estos sectores económicos dan empleo a 5,4 millones de personas y aportan un valor añadido bruto total de aproximadamente 500.000 millones de euros. De aquí a 2020, estas cifras podrían aumentar a siete millones de personas y a casi 600.000 millones de euros, respectivamente.”, se afirma en el documento.

Es más, la por entonces comisaria de Asuntos Marítimos y Pesca, Maria Damanaki, aseguraba que “la economía azul presenta oportunidades para el crecimiento económico sostenible, tanto en los sectores marino y marítimo asentados como en los nuevos”.

¿Y en qué consiste el crecimiento azul? Pues según Damanaki “en hacer que todos, desde las instituciones europeas y los Estados miembros hasta las regiones y las pymes trabajen por superar las dificultades existentes al efecto de garantizar el uso más productivo y sostenible de lo que ofrecen nuestros mares y costas”.

Del estudio que hizo la Comisión Europea se desprende que el turismo costero y marítimo es el mayor sector marítimo en términos de valor añadido bruto y empleo y se prevé que crezca de un 2 % a un 3% hasta 2020.

También se prevé que la capacidad mundial de energía marina instalada se duplique cada año, de manera que la comercialización de tecnologías relacionadas con las energías undimotriz y mareomotriz se verá intensificada gracias a una reducción de los costes tecnológicos.

Según las estimaciones de hace tres años, el sector de la biotecnología marina “debe convertirse en un proveedor de los mercados de productos de masas, como cosméticos, productos alimenticios, productos farmacéuticos, productos químicos y biocombustibles”.

Plan Atlántico

Evidentemente, todavía no se ha llegado a los niveles previstos por la UE en ninguno de los sectores, pero ello no es óbice para que, sin olvidarse del  turismo de playa, costa y el muy prometedor de cruceros, se empiece a apostar por la energía azul renovable basada en la eólica marina y la energía de las mareas.

O por la acuicultura de rápido desarrollo, la protección de la biodiversidad y la protección de los ecosistemas costeros, la lucha contra la contaminación marina o la biotecnología azul.

Por ello, el Plan de Acción para el Océano Atlántico, en el que está incluido el Archipiélago, estudia la manera de actuar ante los retos de generar crecimiento, “reducir la huella de carbono, utilizar los recursos del mar de manera sostenible, responder con eficacia a las amenazas y las situaciones de emergencia y aplicar un criterio de gestión ecosistémica en las aguas del Atlántico”.

En resumen, sus prioridades son:

  • Fomentar el emprendimiento y la innovación.
  • Proteger, asegurar y mejorar el medio ambiente marino y costero.
  • Mejorar la accesibilidad y la conectividad.
  • Crear un modelo de desarrollo regional integrador y sostenible.

Las medidas acordadas, por tanto, se centrarán en “el impulso al mercado turístico, la atención a la creciente demanda de instalaciones energéticas en alta mar, la mejora de la educación y la formación en industrias marítimas tradicionales y emergentes y la cooperación en investigación oceánica para evaluar mejor las consecuencias del cambio climático”.

Canarias ya es azul

Aunque en principio pudiera parecer lo contrario, Canarias ya viene durante años apostando por la economía azul y, más concretamente, por la biotecnología.

Así, el Archipiélago cuenta tanto con el Instituto Tecnológico de Canarias (ITC) como con el Centro de Biotecnología Marina (CBM) y el Banco Español de Algas (BEA) como servicio nacional de I+D+i, adscrito a la Fundación Canaria Parque Científico Tecnológico de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria.

Precisamente, esta mismo mes se han celebrado  las Jornadas Técnicas Biotecnología de microalgas, en las que el ITC ha abordado  las posibles aplicaciones de estos organismos en los campos de la medicina, la alimentación o las energías renovables.

En este sentido, el ITC trabaja ya en proyectos relacionados con el uso de la tecnología en algas con el objetivo crear nuevos productos para las industrias farmacológica y alimentaria.

Por su parte,  el edificio del Parque Científico Tecnológico Marino acoge el Centro de Algología Aplicada, el Banco Español de Algas, el Instituto Canario de Ciencias Marinas y la Plataforma Oceanográfica de Canarias (Plocan), una es una instalación dedicada la investigación científica y el desarrollo tecnológico en el sector marino y marítimo.

El objetivo de Plocan es construir y operar una plataforma offshore que ponga a disposición de la comunidad científica y las empresas el banco de ensayos, el observatorio marino, la base de vehículos submarinos, el centro de formación y la plataforma de innovación.

Canarias, por tanto, parece decidida a decorar su paisaje y su modelo productivo con colores ajenos al gris hormigón y el negro del piche, apostando por el azul de ese “un mismo mar” sobre el que, como decía aquella canción, se aposentan las Islas.

Por ello, conviene revisar aquellas críticas que se hicieron al entonces presidente del Gobierno regional, Paulino Rivero, al caricaturizar su oposición a las prospecciones petrolíferas equiparándola a una mera ‘pataleta’ contra el ministro José Manuel Soria.

Porque la Estrategia de Crecimiento Azul de la UE es clara: potenciar la “vigilancia marítima integrada” para que “las autoridades tengan una mejor apreciación de lo que pasa en el mar” y “fomentar el crecimiento sostenible para tener en cuenta factores climáticos y  oceanográficos”.

Quizás, solo quizás, conviene a empezar a pensar que el futuro económico de las Islas es manifiestamente incompatible con la búsqueda y posible extracción de petróleo cerca de nuestras costas, si es que lo hubiera o hubiese.

Porque, como dice la propia UE: “El sector de la energía oceánica puede convertirse en parte importante de la economía azul, estimulando el crecimiento económico en las regiones costeras, así como en las interiores”.

Es más, al ser la producción de electricidad de la energía oceánica diferente de la que se deriva de otras fuentes de energía renovables, aquella “podría ayudar a compensar la producción de otras fuentes de energía renovables, como la energía eólica y la energía solar, para garantizar un suministro eléctrico total estable de energía renovable a la red.”.

O dicho de otro modo: “La energía oceánica sería, por tanto, un activo valioso en la cartera energética de la UE” y, por ende, de Canarias.

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