Sobre este blog

El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

A los que callan

La diputada del Partido Socialista en el Congreso, Sofía Hernanz.

Carlos Sosa

Parecía un buen día para dedicar este artículo una vez más de José Manuel Soria. Al fin y al cabo se lo había ganado a pulso tras su intervención de la mañana en el último pleno de esta legislatura en el Congreso de los Diputados, durante la sesión de control del Gobierno del que todavía forma parte. Era merecedor el señor ministro de unas cuantas coplillas acerca de la defensa que está empleando para sacudirse de encima uno de los jardines más frondosos de cuantos se ha metido a lo largo de su dilatada carrera profesional: sus vacaciones a cuerpo de rey en Punta Cana. Claro que se lo merecía, entre otras cosas por llamar “delincuente” una vez más a quien esto firma, un apelativo que él maneja con absoluta soltura por haber estado y seguir estando permanentemente rodeado de chorizos y disfrutando con la experiencia. Se salta, eso sí, que el delito del periodista que ahora lo vuelve a tener contra las cuerdas fue destapar el escándalo de La Favorita y que la condena consistió en una multa convenientemente satisfecha por un delito de opinión. Gajes del oficio. Y se merecía que le recordáramos una vez más que de las cuatro querellas que contra el mismo periodista el ministro ha interpuesto, sólo ha ganado esa, la primera, porque a medida que fue quedando al descubierto su comportamiento indecente, los tribunales de justicia fueron rechazando sus peticiones de cárcel e incluso condenándolo a las costas por evidente mala fe. Acciones que no sólo se dirigieron con este periodista, sino contra otras personas (pocas, la verdad) que alguna vez se han atrevido a afrentarlo públicamente por sus comportamientos absolutamente inmorales. Pero no, a pesar de esos sobrados merecimientos, hoy convendría hablar de los que durante años y años han callado y han mirado para otro lado, una veces por miedo y por cobardía, y otras veces por pura estrategia política. De esos vamos a hablar hoy.

 

El peligro de jugar en otra liga

El ejemplo que en estas dos últimas semanas han dado dos diputadas del PSOE en el Congreso de los Diputados (María González y Sofía Hernanz) interpelando a Soria por su viaje al Caribe son la excepción que confirma la regla y la constatación de que juegan en otra liga distinta a la que se desarrolla en la política y en el ecosistema mediático canario. Son las dos únicas políticas que se han enfrentado al ministro canario mirándolo a los ojos y acusándolo de las mismas trapisondas que hemos vivido en Canarias durante muchos años. Quizás eso es lo que no midió bien nuestro recurrente personaje: no es lo mismo mentir en Canarias que hacerlo en Madrid; no es lo mismo hacer el lechuguino aquí que allá, demandar a un periodista en las colonias que en la metrópolis. Si José Manuel Soria hubiera encajado con resignación que descubriéramos sus vacaciones caribeñas invitado por el propietario del Grupo Martinón, que también lo agasaja en el hotel ilegal Volcán de Lanzarote, el escándalo hubiera durado exactamente una semana. Su comunicado llamándonos mentirosos y recordando la condena de La Favorita, y su demanda civil de protección al honor negando la evidencia, lo colocaron justo en medio de arenas movedizas en las que se va hundiendo cuanto más se desespera por salir de ellas. Si hubiera aceptado su error, este periodista no habría ido al hotel de Punta Cana a reconstruir sus vacaciones, a entrevistar a empleados que le sirvieron, que abrieron su ficha de cliente y que le cobraron esos irrisorios 14.000 pesos dominicanos (283 euros al cambio). Y si se hubiera callado la boca, como se ha tenido que callar otras veces en las que lo hemos cogido en un renuncio, el PSOE no lo habría avergonzado con luz, taquígrafos y cámaras de vídeo en estas dos últimas sesiones de control al Gobierno. Por no adelantarnos a lo que pueda ocurrir en la inminente campaña electoral si finalmente se presenta como número uno al Congreso de los Diputados por Las Palmas. No midió bien su hiperbólica reacción porque se olvidó de que en Madrid los políticos y los periodistas no le tienen el miedo que generalmente le tienen en Canarias. Juega en otra liga y no midió las consecuencias.

 

Los cobardes de aquí

Las dos interpelaciones de las que Soria ha sido objeto estas dos últimas semanas en el Congreso de los Diputados sirven para denunciar lo ocurrido en Canarias durante el tiempo en que ejerció aquí como alcalde, como presidente del Cabildo o como vicepresidente del Gobierno. Cuando lo sorprendimos en el viaje del salmón, la reacción del líder de la oposición en el Cabildo de Gran Canaria fue una interpelación que empezaba con estas palabras: “Si es cierto lo que ha publicado Canarias Ahora…”, lo que sirvió al alegre viajero para poner en duda las noticias y marcharse de rositas. Y vaya si era cierto, tanto que todas nuestras informaciones figuraron como “hechos probados” en el auto por el que el TSJC archivó aquellas diligencias que lo mantuvieron nueve meses imputado. Si el magistrado Fernando de Lorenzo no le tuviera el miedo que le tenía no habría archivado con cajas destempladas mi denuncia contra Soria por el caso chalet, un caso de libro de una dádiva a un político a cambio de unas concesiones eólicas. La reacción del juez fue tan grotesca que llegó a amenazar al denunciante con ir a por él por fraude procesal al entender que debió presentar querella, y no denuncia, una aberración jurídica que le tenía que hacer volver a primero de Derecho. Si la magistrada Margarita Varona no hubiera estado tan contaminada por el medio ambiente político y social, probablemente habría cumplido con su deber y habría mandado a Soria a juicio por el caso Salmón, en vez de poner en un auto aquella patujada de que el avión en el que viajó a Noruega y a Austria iba a volar de todas maneras con o sin el ilustre invitado y su familia. Si los tribunales canarios fueran más independientes, no le habrían perdonado al ministro las costas judiciales del caso Chalet, y hasta le habrían derivado testimonio (de nuevo hacia un contaminado TSJC) por haber falsificado los recibos con los que trató de convertir en mentira la verdad que el periodista había publicado sobre sus 21 meses gratis en el chalet del empresario al que iba a beneficiar con un pingüe negocio eólico. Y si la oposición socialista en el Parlamento de Canarias hubiera tenido huevos alguna vez, habría pedido su dimisión como vicepresidente por cada una de las veces en las que fue sorprendido en comportamientos vergonzosos que rozaban lo delictivo. El regate corto que siempre ha imperado en la política canaria es incompatible con la valentía y con el cumplimiento de las obligaciones que tiene todo cargo público de velar por el interés general y el buen gobierno de las administraciones. Haber permitido que Soria saliera indemne de la política canaria le permitió crecerse en la impunidad y hacer que formara parte de la normalidad su modo de conducirse en las instituciones.

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