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“Estoy viva gracias a los terremotos de Lorca”

"Estoy viva gracias a los terremotos de Lorca"

EFE

Lorca (Murcia) —

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Amor Hernández, una lorquina de 46 años, está viva “gracias a los terremotos” que devastaron su ciudad en 2011 porque horas después de la catástrofe, que sufrió en primera persona, le trasplantaron de una de las víctimas de los seísmos el páncreas y un riñón, órganos que llevaba años esperando.

Una extraña carambola del destino y la generosidad de una familia abatida por la tragedia le brindaron la oportunidad de “volver a nacer” in extremis, cuando ella ya había sido “desahuciada” por los médicos y “había perdido toda esperanza de encontrar un donante compatible”, según relata esta mujer en una entrevista a Efe.

Ahora, cuando está a punto de cumplirse el segundo aniversario de los terremotos del 11 de mayo, su formidable recuperación física y emocional se ha convertido en toda una metáfora de los titánicos esfuerzos de la ciudad por resurgir de las consecuencias del desastre natural, que causó nueve muertos, más de 300 heridos, 1.200 millones de euros en daños y el derribo de casi 2.000 viviendas.

Su mensaje es positivo. “Los terremotos me han dado una segunda oportunidad. He nacido de nuevo, con nuevos valores, soy más cómplice del sufrimiento de la gente, valoro cosas que antes no apreciaba y quiero disfrutar de cada momento de mi vida”, afirma con rotundidad.

Después del 11 de mayo de 2011, “en Lorca todo el mundo tiene cicatrices en el alma, que son muy profundas. Yo también las tengo en el cuerpo y estoy viva gracias a ella”, dice Amor Hernández, que interpreta su propia experiencia vital como el trasunto de lo ocurrido en la ciudad desde aquella fatídica fecha.

La suya es una de esas “historias milagro” que asoman en cada catástrofe y la cuenta llorando, emocionada con el recuerdo vivido con el rugir de la tierra, de la evacuación de su casa entre escombros, “de los gritos de la gente, de las miradas perdidas, de las sirenas de las ambulancias”, de la huida de Lorca “con lo puesto” y del sonido de la radio hablando de las víctimas.

La radio, en un bungaló de la costa alquilado como refugio, le informó en la mañana del 12 de mayo de la muerte de la última víctima del seísmo principal y una hora y media después recibió en su teléfono la llamada del hospital Virgen de la Arrixaca de Murcia confirmándole el doble trasplante, que fue un éxito.

En Lorca, opina, “la gente ha tenido una gran fuerza de voluntad, se ha secado las lágrimas y está luchando por recomponerse, por volver a lo que era, una ciudad pasional”, en la que han comenzado a reconstruirse los edificios, los monumentos, y donde lo único irreparable “es el dolor de los que han perdido a alguien”.

Amor también conoce ese dolor, porque la familia de la víctima cuyos órganos le fueron trasplantados la localizó y se puso en contacto con ella seis meses después de los terremotos y de su doble operación, quisieron conocerla y saber cómo era en otro cuerpo la prolongación de la vida perdida de su familiar.

“Fue muy duro, durísimo”, pero accedió y le hablaron de esa persona, de lo buena que fue, del vacío que dejó e incluso le mostraron una fotografía, en la que, por azares del destino, donante y receptora compartieron plano durante un instante en sus vidas, sin llegar a conocerse y poco antes de que los seísmos cambiaran el curso de ambas biografías.

El gesto solidario de esa familia, golpeada por la tragedia, no solo salvó la vida de Amor, sino también de un viejo conocido suyo, otro lorquino con el que compartió durante años largas sesiones de diálisis, de consultas médicas y la ansiedad de recibir la llamada de un hospital diciendo que “hay un donante compatible”.

Él recibió el otro riñón y el hígado de la novena víctima de los terremotos de Lorca y juntos viajarán el martes al hospital de Murcia, donde fueron trasplantados, a pasar una nueva revisión médica a punto de cumplir los dos primeros años de sus nuevas vidas y de que ella alumbre su primer libro de poemas.

Antonio Montoro

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