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DATOS

Los municipios alrededor de las grandes ciudades son los únicos en los que hay más nacimientos que muertes

Evolución de la población en Madrid y su entorno en las últimas dos décadas

Raúl Sánchez / Daniel Sánchez Caballero

Las ciudades grandes están entrando en un ocaso demográfico. Las pequeñas, en un ocaso poblacional general. Solo las localidades medianas presentan un saldo vegetativo positivo en los últimos años (más nacimientos que muertes), según el INE. Y, más en concreto aún, los municipios que bordean las grandes ciudades.

Los datos que publica cada seis meses el Instituto Nacional de Estadística dibujan un panorama de los nacimientos en España en los últimos 22 años (desde que hay registros por localidades) que arroja algunas tendencias muy claras: en el norte del país nace menos gente de la que muere, en el sur y en el Levante, más. Las grandes ciudades están estancadas: el grueso de los nacimientos en España se concentra en sus cinturones (ver gráfico). Y en 391 municipios se ha producido uno o ningún nacimiento en más de dos décadas.



Todo esto en un país que ha registrado este año el récord negativo de nacimientos, la cifra más baja desde que existen registros, 1941. Y cada año que pasa va a peor, si es que se considera una mala noticia que nazcan menos niños, cuestión que muchos discuten.

“No hay nada muy espectacular en los datos”, relativiza Julio Pérez, del Centro Superior de Investigaciones Científicas (CSIC). “El saldo migratorio multiplica por siete el saldo vegetativo”, argumenta, y lo que cuenta es si estamos ganando o perdiendo población. Y, debido a la inmigración, estamos en positivo. Nunca España había tenido los 47 millones de habitantes que tiene ahora. Y supera esta cifra cuando menos niños nacen.



Los grandes núcleos se mantienen

La situación se repite en muchas capitales de provincia por toda España, y con más claridad en los grandes núcleos. Mientras Madrid, Barcelona, Zaragoza o Valencia se mantienen prácticamente neutras –mismos nacimientos que fallecimientos–, los núcleos de alrededor se tiñen de verde en el mapa: en las últimas dos décadas hay más nacimientos que fallecimientos.


Fuente: INE


La explicación de este fenómeno probablemente excede la demografía. Elementos como el coste de la vivienda en el centro de las grandes urbes o las tendencias internas en movilidad se dibujan como posibles causantes de esta situación, según especula Pérez.

“Es uno de los grandes cambios demográficos, el espacio que ocupamos con la movilidad se ha disparado y hace un tiempo que la movilidad interna tiene unas pautas novedosas”, explica el demógrafo. “En los 60 los movimientos eran de los pequeños municipios a las grandes ciudades. Ahora está habiendo un desplazamiento a las cabeceras de comarca”, añade.

Ya no solo se busca el sitio específico en el que hay servicios y trabajo, que también; las altas posibilidades en movilidad llevan a que ocupemos mucho espacio. Hoy en día no es raro vivir en un sitio, que tu hijo vaya al colegio en otro municipio y que la oficina esté en un tercero. Pérez cierra con una obviedad, no por ello menos cierta: “Donde va la gente joven habrá nacimientos, de donde se van, habrá muertos”.

Y el precio de la vivienda ha expulsado a los jóvenes del centro de las ciudades hacia la periferia, entendiendo incluso que las ciudades de las áreas metropolitanas son parte de las ciudades. Por ejemplo, en Madrid el precio de la vivienda ha subido un 40% en cinco años, según el portal Idealista. En Leganés o Fuenlabrada –por poner dos municipios de sus alrededores con más nacimientos que fallecidos–, un 25% o un 23%. Lo mismo sucede en Sevilla –un 16% más, mientras Dos Hermanas se mantiene estable–. En las ciudades del norte, sin embargo, aunque el fenómeno de los nacimientos en la periferia se mantiene, los precios han subido por igual en las poblaciones limítrofes.

Crecen las medianas

Con carácter general, las ciudades medianas son las más activas demográficamente en España. Desde 1996 (primer año del que hay datos desagregados por municipios) hasta hoy, las localidades pequeñas, de menos de 10.000 habitantes, han registrado más fallecimientos que nacidos. En las de 10.000 ciudadanos en adelante, la tónica es la ganancia natural de población –siempre contando solo nacidos y fallecidos, no los inmigrantes–.





Pero incluso dentro de las ciudades con un saldo positivo de nacimientos hay categorías diferenciables. Las poblaciones por encima del medio millón de habitantes –Madrid, Barcelona, Valencia, Sevilla, Zaragoza y Málaga– apenas sumaron 100.000 habitantes más entre las seis en 22 años. El grueso de los nacimientos (respecto a los fallecidos) está en las intermedias.

Sin embargo, la evolución demográfica invita a pensar que esta situación no va a durar mucho. Desde 2016, cada año hay menos localidades con un saldo vegetativo positivo: aquel año una gran mayoría de las ciudades de entre 10.000 y 100.000 habitantes tenía más nacimientos que muertes. Tres años después, ya solo las ciudades medias entre las medianas –las de 50.000 a 100.000 habitantes– siguen en positivo.



La tendencia que muestran los datos es clara. Pese al pesimismo general con el que se reciben, los demógrafos no ven mayor problema: la llegada de la inmigración compensa los hijos que los españoles no tienen. Y van a seguir llegando. Y cuando nacen sus hijos son españoles igual, recuerda Pérez.

Sin menospreciar el drama personal que puede suponer no tener los hijos deseados por cuestiones ajenas a uno (precariedad laboral, carestía de la vida), como sociedad seguimos sumando.

Por último, el demógrafo recuerda: “Salvo excepciones extremas tipo la eugenesia que intentaron los nazis, todos los esfuerzos por controlar la población por las vías convencionales no han funcionado nunca. De hecho, en muchas ocasiones han evolucionado justo en la dirección contraria a los deseos de la clase política”.

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