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Los obispos se ponen de parte de los padres que quieren que su hija muera dignamente

Gil Tamayo, portavoz de la Conferencia Episcopal

Jesús Bastante

¿Qué opinan los obispos sobre el caso de Andrea, la pequeña de 12 años cuyos padres quieren que termine su dolor? El portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, no supo aclarar la polémica pues, si bien en su primera respuesta ha señalado que “éste no es un caso de eutanasia”, y que “la Iglesia está en contra del encarnizamiento terapéutico”, y ofreciendo el apoyo de los servicios religiosos del Hospital, acabó reclamando que “la compasión no puede llevar a la muerte”.

“Es un caso de sufrimiento para los padres, para Antonio y Estela, para su hermanita, el caso de Andrea”, subrayó el portavoz episcopal, quien incidió en que “no dudo que los padres quieren lo mejor para su hija”, ofreciendo a la familia el apoyo del servicio religioso del Hospital Universitario para cualquier tipo de duda.“No tengo los datos, y para mí sería una imprudencia entrar a juzgar este caso, pero la doctrina de la Iglesia es clara: la Iglesia está en contra de la eutanasia, de la muerte provocada por medios médicos, pero tampoco del encarnizamiento terapéutico”.

Una norma para rechazar la terapia

En este punto, Gil Tamayo citó un documento de 1993, en el que el Episcopado reconoce la legitimidad del enfermo -o sus representantes- para “rechazar o interrumpir la aplicación” de remedios que no sean efectivos, y a la vez para paliar el sufrimiento.“Este rechazo no equivale al suicidio, en esta situación está ausente la eutanasia”. De hecho, aprobada en julio por el Parlamento gallego, habla de derechos para enfermos terminales sin eutanasia. Y es que, para estos casos, la Iglesia española cuenta, desde hace décadas, con un modelo de “testamento vital” que busca evitar el sufrimiento innecesario y el encarnizamiento terapéutico.

Sin embargo, cuestionado sobre si la Iglesia abogaría por una legislación estatal sobre cuidados paliativos o muerte digna, Gil Tamayo se enredó, abundando en que “se empieza con el aborto y se termina con la eutanasia, es el problema de los países desarrollados. ¿Cuál es la postura de la Iglesia? El sí a la vida en todos sus estadios. No a una selección de quienes tienen derecho a vivir. Cuando rompemos la grandeza y la radicalidad del derecho a la vida pueden colársenos muchas acepciones”.

“Compasión, sí, misericordia, cercanía, no al encarnizamiento terapéutico, pero también no a la eutanasia, no a una muerte provocada”, culminó, para después incidir en que “en este caso, hay que valorar el papel de los padres, que quieren lo mejor para su hija; también hay que escuchar el consejo de los comités éticos, y la voz de los facultativos, que son los que tienen los datos”. Gil Tamayo concluyó pidiendo que“se busque lo mejor para Andrea”.

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