Carlos Aristu (CCOO): “Estamos encontrando hasta camareros en los bares que son falsos autónomos”

Carlos Aristu, ante la nueva sede de CCOO en Sevilla, inaugurada hace escasas semanas.

Antonio Morente

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La llegada de Carlos Aristu Ollero a la Secretaría General de CCOO en Sevilla implica una línea de continuidad, porque ya llevaba años en la dirección, pero a la vez supone que una nueva generación llega al puente de mando del sindicato. Este abogado de 44 años, que eeste sábado se estrenaba un Primero de Mayo liderando a la formación, ha trabajado muchos años en proyectos de cooperación internacional en los Balcanes, África, Palestina y América Latina. Habla inglés, francés y serbocroata.

¿Qué hace un abogado al frente de un sindicato de clase?

Bueno, la condición de abogado la comparto por ejemplo con Nuria López, que es nuestra secretaria general en Andalucía, y creo que refleja que el sindicato se moderniza y que está muy bien adaptado al muy diverso mundo del trabajo de hoy. Hay mil y una formas de ser trabajador o trabajadora. Esto hace que CCOO tenga hoy en la provincia casi 40.000 personas afiliadas, y que seamos el sindicato mayoritario en el sector de la ingeniería o en el de la banca, en el industrial y en el campo. Y tenemos secretarios generales que son abogados o limpiadoras.

Habla de la modernidad del sindicato, ¿en qué se traduce eso?

Pues se traduce en el feminismo, que es una enmienda a la totalidad y es también una enmienda a la manera clásica de hacer sindicalismo. Hoy uno de los grandes retos que tiene un sindicalismo de clase es implantar y extender la igualdad en los centros de trabajo. Modernidad significa también no dejar de lado el cambio climático, que es un fenómeno estructural que además va a afectar especialmente a territorios como el que vivimos y a algunos sectores muy importantes.

¿Cuál es la mayor reticencia a este tipo de cambios que nota en el mercado de trabajo en Sevilla?

Aquí echo en falta en el sector empresarial una mirada a medio y largo plazo, quizá fruto de una cultura del rentismo y de aprovechar el corto plazo, porque hemos sacado mucho beneficio los últimos años. Uno, cuando va a hablar de medio y largo plazo de planificación, de política, no encuentra interlocutores que estén situados con esa mirada larga y clara.

Pero igual que decimos que el sindicalismo se está renovando, el empresariado también lo ha hecho, ¿no?

El empresariado en buena medida sigue intentando consolidar el discurso de que ganamos competitividad a costa de bajar salarios y precarizar condiciones de trabajo. Y lo que está demostrado es que las empresas más competitivas son las que han apostado por la innovación, por la formación de sus plantillas y por ser las que mejores productos y más capacidad de adaptación al medio tienen. Y ahí no influye la reforma laboral, influyen una mentalidad innovadora y adaptada a los cambios. Hombre, hay ejemplos de buenas empresas que deben ser referencia, pero a veces la representación empresarial provincial está un poquito desfasada.

El empresariado en buena medida sigue intentando consolidar el discurso de que ganamos competitividad a costa de bajar salarios y precarizar condiciones de trabajo

Llega a la Secretaría General en un momento muy delicado por la pandemia, ¿teme que 2022 sea uno de los peores años de la historia laboral en Sevilla?

Cuando se consolide la vacunación van a saltar todas las brechas de desigualdad que están incrementándose ahora. En ese sentido, en el mundo del trabajo va a haber una pugna ideológica por ejemplo con el debate sobre derogar o no los elementos de la reforma laboral, algo que consideramos fundamental para recuperar muchos de los derechos conquistados y equilibrar el coste de la crisis. Y habrá un debate en torno a qué hacemos y cómo se financian unos servicios públicos que han salvado vidas. 2022 va a ser un año no sé si terrible, pero vamos a tener que poner mucho de nuestra parte para que estas desigualdades no vayan a peor.

¿Y qué tipo de políticas son necesarias para evitar estas desigualdades?

Hay cosas que ya se sabe que no, como se hizo con un boom turístico que generaba buenas fotografías e indicadores positivos de actividad, pero realmente no generaba tanto empleo y el que generaba era precario. Habría que consolidar todos los eslabones de cadenas productivas, como en el sector primario, donde se siguen exportando muchos productos sin transformar. O la necesidad de hacer una apuesta en el sector industrial por las energías renovables. Aquí tenemos las mayores plantas fotovoltaicas de Europa, pero sus componentes, los que generan valor añadido y empleo de calidad, vienen de fuera. Creo que ha habido un déficit de inteligencia política y de consenso político para situar estas cuestiones en la agenda.

¿Sevilla casi ha renunciado a ser una provincia industrializada y ese terreno ya no es recuperable?

Claro que es recuperable, pero en primer lugar hace falta un consenso social, económico y político, pero de verdad. Uno tiene la sensación de que llegamos a acuerdos, nos hacemos la foto y al día siguiente todo vuelve a la rutina. Hace falta un cambio en la manera de interpretar la realidad y de asumir la responsabilidad que supone ser un alcalde, un presidente de Diputación o un delegado de Empleo de la Junta. Y esto no depende tanto del color político como de la capacidad que tengamos de ponernos de acuerdo.

Parece que responsabiliza más a los políticos que a los empresarios, esto sí que es un cambio de tendencia...

Bueno, es que a esto habría que sumarle luego un llamamiento a los empresarios, porque aquí ha habido algunos que se han apuntado a sectores rentistas y cortoplacistas, como puede ser el turismo. Y hacen falta empresarios que inviertan, que apuesten por incorporar nuevas tecnologías y por la formación de las plantillas para que se consoliden los sectores y las fábricas que generan valor añadido y empleo de calidad.

Todavía hay tejido industrial en Sevilla y tiene la oportunidad de ser pionero en adaptación al cambio tecnológico y al cambio climático

Entonces, ¿cree que todavía es posible un renacer industrial?

Creo que estamos a tiempo todavía, tenemos mucha fuerza por ejemplo en la agroindustria, que tiene recorrido para consolidar en nuestro territorio todo el proceso de la cadena de producción para que el valor añadido y el empleo de calidad se queden aquí. Todavía hay tejido industrial en Sevilla y tiene la oportunidad de ser pionero en adaptación al cambio tecnológico y al cambio climático, pero para eso hay que tomar decisiones y hacer apuestas para los próximos 20 o 30 años. 

Con todo el respeto para el sector, ¿Sevilla tiene una economía basada en los camareros?

Es que esa es la tendencia que aquí se está consolidando, sectores en los que puedes encontrar un empleo poco cualificado y por lo tanto inestable y precario, de jornadas parciales, que casi no te da para llegar a fin de mes. Y cada vez es más difícil encontrar un nicho de ofertas de empleo para tanta gente joven que sale formada, y al final se tienen que ir fuera.

¿El boom turístico entonces fue un bluf económico?

Nosotros siempre recordamos el dato de que en los años de la burbuja turística hubo un incremento de dos millones de visitantes. Es decir, hubo un claro crecimiento exponencial de actividad económica que se traducía en visitantes y pernoctaciones, pero sin embargo en esa década sólo hubo 1.000 contratos más de media anual que en los diez años anteriores. Esto quiere decir que la actividad turística se soportaba sobre un crecimiento bajo de empleo y además en condiciones absolutamente precarias. Era lo que llamamos la cara B del turismo: ha generado mucho dinero y mucha riqueza, pero una riqueza que no se ha distribuido en el territorio.

¿Esa visión cortoplacista va más allá de lo económico y es algo también social en Sevilla?

Creo que no, hay que tener en cuenta que el trabajador, que al final es la parte más vulnerable, acaba aceptando lo que se le ofrece porque tiene la necesidad de buscar soluciones a su realidad. Esto hace que aquí haya mucho falso autónomo que se acaba consolidando en cada vez más sectores productivos de la provincia. Estamos encontrando hasta camareros en los bares que son falsos autónomos, y en la construcción o en las recepciones de hoteles. Esto, además de ser fraudulento, refleja que hay quien aprovecha la falta de control a costa del más débil.

El falso autónomo es uno de los reflejos de la foto fija que ahora mismo tiene el mercado de trabajo en Sevilla, que es un modelo jungla en muchos sectores productivos

¿El falso autónomo es un símbolo del mercado laboral en Sevilla?

Sí, creo que es uno de los reflejos de la foto fija que ahora mismo tiene el mercado de trabajo en Sevilla, que es un modelo jungla en muchos sectores productivos. Esto se ha reflejado en un dato muy claro: cuando han llegado los ERTE en provincias como Sevilla, el que estaba contratado por cuatro horas pero trabajaba 12, que eran los más, y el falso autónomo han sufrido doblemente la situación irregular en la que venía trabajando desde hacía muchos años. Y eso pasa en Sevilla, pero no pasa en otras provincias.

¿Cuáles son las principales debilidades de la economía sevillana?

Nos falta capacidad para generar políticas de consenso a nivel social, político y económico y tenemos una cultura empresarial cortoplacista y del rentismo. También nos falta un músculo financiero que perdimos hace unos años y que sí tienen otros, los centros de decisión financiera ya no están en Andalucía.

¿Por qué sectores habría que apostar entonces desde un punto de vista estratégico?

Pues por ejemplo tenemos un gran sector de la construcción, si le ayudamos a incorporar a su conocimiento y a su manera de trabajar todos los retos de adaptación y eficiencia energética que va a tener la construcción sí o sí, serán las cuadrillas sevillanas las que trabajen haciendo más asequible, más sostenibles, más eficientes nuestros edificios. Si no, lo harán empresas de fuera que tributan fuera y que contratarán puntual y temporalmente a cuadrillas de aquí o vendrán cuadrillas de fuera. Y también está el sector de los cuidados, que ha demostrado su valor social durante la pandemia, pero que está soportado sobre empleos enormemente precarios, va a ser un sector emergente y con capacidad en los próximos años.

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