Fuentes de Rubielos, en la comarca de Gúdar-Javalambre (Teruel), es un municipio ubicado en una zona de sierra a casi 1.000 metros de altitud. Tiene 156 habitantes censados. Una parte importante de esa población cumplen más de 60 años y ya tienen la mirada puesta en un futuro próximo, en el que necesitará ayuda y servicios específicos. Consciente de esta situación, el Ayuntamiento de la localidad está explorando la posibilidad de poner en marcha un 'coliving rural senior', o en términos en castellano: “Vivienda colaborativa, adaptada al mundo rural y enfocada en dar soluciones a las personas mayores”.
“El proyecto está aún en germen, pero ya hay dos parejas mayores muy interesadas en participar”, señala Luis Javier Catalán, alcalde de Fuentes de Rubielos. Las personas interesadas son vecinos y vecinas que viven en masías de la zona: en viviendas con escaleras, baños sin adaptar y a una distancia considerable de los servicios básicos. Por eso y por edad, ven mejor poder estar en el pueblo, más cerca de todos y en una vivienda de diseño accesible para sus condiciones físicas actuales. “Aquí tienen cerca el consultorio médico o la parada del autobús, y pueden ir andando al espacio multiservicios para hacer la compra, o al bar para echar una partida de cartas o tomar un café con el resto de vecinos”, apunta el alcalde.
Pero no solo se han interesado personas del pueblo, también de otras localidades vecinas y gente más joven, como Rosa de la Nava que, con 50 años, dos hijos, y después de vivir experiencias cercanas “nada positivas” de envejecimiento en una residencia, ve en la vivienda colaborativa la forma que mejor se adapta a su manera de entender la vida. “Es una oportunidad de unirse para crear un proyecto común y para pasar la última etapa de la vida rodeado de mayores facilidades, sin salir de tu ambiente de siempre”, comparten Rosa y el alcalde.
Viviendas pareadas, servicios comunes y la implicación del ayuntamiento
La iniciativa proyecta construir viviendas pareadas de dos alturas, donde el espacio habitacional para los residentes estaría en la planta baja, mientras que “en la planta superior habría habitaciones para la visita de familiares”, explica Luis Javier Catalán. La idea está en ciernes, pero sí tienen claro que “cada unidad familiar tendría su espacio privado”, y que se compartirían servicios como la lavandería o el comedor que se pondría a disposición de todo el pueblo: “Ya que en las zonas rurales siempre vamos justos de espacios en los que hacer actividades”, apunta Rosa de la Nava.
En este momento, el Ayuntamiento está estudiando la posibilidad de “ceder terrenos municipales para la construcción de este proyecto, quedándose con algunas viviendas que destinaríamos a personas que den soporte a los residentes en el coliving”, explica el alcalde. Existen experiencias de vivienda colaborativa en funcionamiento en Madrid, Barcelona e incluso en el País Vasco, pero no en Aragón, donde hay varios municipios que están explorando esta posibilidad, pero “no tenemos ningún 'coliving senior rural' con las viviendas construidas y en funcionamiento en el que fijarnos”, explica Rosa.
Al ser una iniciativa novedosa, el camino burocrático y administrativo “está por hacer”, y en este punto están recibiendo la asesoría de La Replaceta, una propuesta que nace en Zaragoza y participa de una red de experiencias similares: “Nos están aportando información y su experiencia, y la verdad es que nos están ayudando mucho”, apuntan desde el Ayuntamiento de Fuentes de Rubielos.
Una solución habitacional con futuro en el mundo rural
Para el alcalde de esta localidad aragonesa, con una orografía compleja y azotado por la despoblación, el coliving senior, o vivienda colaborativa para personas mayores, es una manera de “poder acceder a la vivienda en distintas etapas de nuestra vida, y de cambiar la manera de concebir la propiedad”.
En cuanto a los costes, el alcalde asegura que: “Es una opción que no sale tan cara como una residencia y permite pasar las últimas etapas de la vida en lo que ha sido siempre tu entorno”. Tal y como explican en la página web La Replaceta, la vivienda colaborativa se basa “en la propiedad colectiva del inmueble por parte de una cooperativa, y el pago de una cuota de cesión de uso por parte de las personas que habitan esas viviendas. La cesión de uso permite disfrutar durante un tiempo indefinido de las viviendas, toda la vida o lo que cada persona decida. El derecho de uso se adquiere con el pago de una cuota inicial (retornable y heredable) y una cuota mensual estable”.
Según el Centro Internacional sobre el Envejecimiento, la soledad en los mayores se asocia con la falta de autoestima, angustia, ansiedad y depresión, problemas que pueden generar dolor físico o, incluso, aumentar las posibilidades de infarto o muerte prematura. Frente a las residencias, donde la vida es más pasiva, en las viviendas colaborativas, hay posibilidad de interacción intergeneracional “todos nos ayudamos a todos”, apunta Rosa de la Nava, y actividades sin salir de casa. Además, son ellos mismos, las personas mayores que conviven, los responsables de gestionar todo aquello que suceda en la comunidad, lo que resulta beneficioso para el desarrollo de su autonomía y a la lucha contra el deterioro físico y cognitivo, así como el avance de enfermedades mentales como el Alzheimer o la demencia senil.
En este momento, en Fuentes de Rubielos hay cinco unidades familiares interesadas en hacer uso de este nuevo modelo habitacional, y se espera que haya más, porque no se limitan solo al pueblo: “En el mundo rural somos pocos”, sonríe De la Nava, así que esta iniciativa para envejecer en el rural manteniendo sus costumbres y respondiendo a las necesidades físicas, médicas y sociales propias de una edad más avanzada, está abierta a la participación de personas que residen también en municipios vecinos.