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Las opiniones que aquí se expresan son las de quienes firman los artículos y no responden necesariamente a las de la redacción del diario.

Las protestas en Chile para reivindicar pensiones justas, ¿para cuándo en España?

Miles de chilenos participaron en una cacerolada para exigir el fin del sistema privado de pensiones

Paco Sanz

Centenares de miles de chilenos y chilenas salieron a las calles a finales de agosto para exigir al gobierno la abolición del actual sistema de cotizaciones para la jubilación. Un sistema que permite a las Administradoras de Fondos de Pensiones (AFP) que lo gestionan acumular sustanciosas ganancias mientras las pensiones que pagan al 70% de los chilenos difícilmente alcanza el salario mínimo legal.

¿Qué son las AFP chilenas?

A través de las AFP la clase trabajadora chilena canaliza obligatoriamente su ahorro para la jubilación. Un sistema de capitalización individual impuesto en plena dictadura de Pinochet. El empresario detrae al trabajador de su salario un 10% para su pensión futura, así como un porcentaje del 2% en concepto de comisión. Ya pueden imaginar el sustancioso negocio.

Un informe elaborado por el Centro de Estudios Nacionales de Desarrollo Alternativo demuestra que entre 1982 y 2012 los beneficios percibidos por los afiliados totalizaron 23,3 billones de pesos. En el mismo periodo, las AFP se embolsaban por comisiones y primas netas 19,7 billones de pesos. Una cifra cercana a las pensiones pagadas. En tres décadas, los administradores de los AFP han retirado del sistema casi tanto dinero como aportado los afiliados. Sin embargo, las AFP no ofrecen pensiones dignas para los trabajadores.

Cada AFP cuenta con una tipología de 5 fondos. Desde el Fondo A, que invierte en productos de riesgo; hasta los más seguros (Fondo E) pero de nula rentabilidad. Son los trabajadores quienes se la juegan al apostar por uno u otro. Este sistema se basa en lo que algún iluminado denomina “principio de libertad financiera”. Las AFP ofrecen información al trabajador. Si apuesta y se equivoca, la responsabilidad es suya. Reglas de casino para economías domésticas. La profesora Isabel Márquez ha puesto en entredicho esta presunta “libertad” de elección al señalar el deficiente nivel de comprensión del sistema. Como afirma con rotundidad: “El ideal de libertad individual es banalizado para encubrir la desmedida concentración de la riqueza con su correlato de aumento de la miseria.”

¿Y en España?

Volvamos la vista a nuestro país. En España, el sistema de pensiones privado constituye un complemento al sistema público. Un complemento para quien se lo puede permitir. La publicidad de la banca tratando de convencernos para engordar nuestra “hucha mes a mes” es directamente proporcional al dinero desalojado de la hucha de las pensiones, como si de un principio físico se tratara. Las campañas del miedo pretenden empujar al sistema, “tacita a tacita”, hacia un modelo de capitalización individual.

El afán de la banca por endosar desde edades tempranas planes de pensiones choca con la realidad. Con tasas de desempleo juvenil del 53,2% y unas proporciones de trabajo temporal entre jóvenes superiores al 50% la pretensión de ahorrar para complementar la pensión se torna una broma de pésimo gusto. Según el último Indicador de confianza del consumidor del CIS, el 46% de los entrevistados afirmaba llegar justos a fin de mes, y un 33,6% declaraba “ahorrar poco dinero”. Si nos basamos en un informe de la aseguradora Genworth el 46% de los encuestados manifestaba ahorrar como máximo 100 euros mensuales y de ellos el 64% no supera los 50 euros.

Gran parte de la clase trabajadora es incapaz de ahorrar por la sencilla razón de que percibe unos salarios de miseria y unas condiciones de empleo inestables y precarias, donde las lagunas en la cotización amenazan con una generación de jubilados pobres. Y para quienes muerdan el anzuelo de las pensiones privadas, deberían saber que el propio sistema es una ruina que beneficia a las gestoras y los mercados financieros.

Migajas a precio de oro

El estudio “Rentabilidad de los fondos de pensiones en España (2001-2011)” de la Universidad de Navarra afirma que en los últimos 10 años el 95% de los fondos del sistema individual “obtuvo una rentabilidad inferior a la inflación.” Un informe posterior de 2014 (“Rentabilidad de los Fondos de Pensiones en España. 1998-2013”) señalaba que de los 257 fondos de pensiones analizados, el promedio de rentabilidad fue del 1,53%. Si bien dichas rentabilidades oscilaban entre el 10,26% y el -2,99%, los conocimientos del ahorrador medio para optar por un fondo son limitados y “pocos gestores se merecen las comisiones que cobran”. Sin embargo, estas remuneraciones crecieron desde los 563 millones de euros en 2002 hasta los 1.013 millones en 2008.

La pobre rentabilidad de los planes de pensiones se explica no sólo por la sangría de las comisiones, sino por la operativa de compraventa de activos por los gestores del fondo. Quienes han ganado han sido “los departamentos de bolsa que realizaron las compras y ventas de valores”. ¿Les suena del sistema chileno?

En definitiva, ahorrar “como una hormiga” para complementar las magras pensiones del futuro resulta poco viable para la gran mayoría. La experiencia chilena nos muestra el fraude de un modelo que sólo interesa a la industria financiera. Expropiar recursos de la clase trabajadora para trasferirlos a los detentadores del Capital constituye un negocio redondo para bancos y aseguradoras. Por eso, frente al trile de los sistemas privados, creemos que un sistema de pensiones público y justo sí es posible. Pero es compromiso de toda la clase trabajadora movilizarse para conseguirlo.

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