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La trufa, el ‘diamante negro’ de Aragón, abre una temporada incierta por la sequía

Miguel Barluenga

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La trufa es el ‘diamante negro’ de Aragón. Una tierra fértil que convierte a la comunidad autónoma en el principal productor mundial de la trufa negra, denominada ‘tuber melanosporum’. De las 15.000 hectáreas que hay en España, 12.000 se encuentran en la región, donde se producen unas 52 toneladas al año, el 20% de la producción total global. Con una enorme demanda en el exterior y menor presencia interior, por lo que se quiere potenciar su presencia en la gastronomía, ha comenzado una campaña que se quiere positiva pese a la amenaza que suponen la sequía y el calor de los últimos meses.

La comunidad presenta 12 de los 27 viveros de esta planta microrrizada de España, lo que hace que cerca del 75% de la producción anual del país sea de origen aragonés. Además, la región es la mayor exportadora a nivel mundial de trufa negra. El 11% de las plantaciones internacionales productoras de este alimento se encuentran en Aragón y, se estima, el 50% de la producción global de estos hongos tiene origen en esta comunidad autónoma.

Para protegerla e impulsarla abundan las entidades que se han fundado con este ánimo: la Asociación de Recolectores y Cultivadores de Trufa de Aragón, en Huesca; la Asociación de Jóvenes Truficultores de Teruel y la Asociación de Truficultores y Recolectores de Trufa Negra de las Comarcas de Zaragoza se han unido para crear Trufa Negra D’Aragón. Se trata de la primera marca registrada de este ‘diamante negro’. Asimismo, se ha constituido la federación del mismo nombre.

Entre sus objetivos está el de potenciar la imagen, las buenas prácticas y calidad de tal manera que quien adquiera trufa negra de Aragón, “lo haga sabiendo que está adquiriendo un producto de calidad contrastada”, señalan. Entre sus afanes figura divulgar toda la información necesaria para dar a conocer la ‘tuber melanosporum’; captar el interés del público objetivo por el producto, tanto en el ámbito nacional como regional; potenciar el consumo de la trufa en los restaurantes para su difusión al público en general; incrementar la cifra de negocio de los truficultores; la formación de los propios truficultores; proyección regional, nacional e internacional y, por último, la generación de nuevos negocios en torno a la trufa.

Según la normativa vigente en Aragón, solo se puede realizar la búsqueda de las trufas con perros debidamente adiestrados u otro sistema de detección en superficie y la extracción con la ayuda del machete trufero. El periodo hábil de recogida de la trufa de invierno en la presente temporada es el comprendido entre el 15 de noviembre y el 15 de marzo.

La localidad de Graus, en Huesca, ha albergado este fin de semana la Feria de la Trufa, que se repetirá todos los sábado hasta el 17 de diciembre y, tras el parón navideño, se retomará desde el 14 de enero y hasta el 11 de marzo. La sequía de los últimos meses ha tenido efectos en la producción de trufa negra en esta comarca, la Ribagorza, que habría mermado hasta un 50% respecto al año pasado, lo que puede elevar los precios hasta cerca de los mil euros por kilo.

Los truficultores de la zona podrán volver a comercializar con este producto “tan preciado y con tanta tradición en la Ribagorza, territorio que se distingue por la calidad de su trufa negra”, según resalta el portavoz de la Asociación de cultivadores de Trufa, David Royo. Tanto la recolección como posteriormente el cultivo de este hongo ha sido siempre un motor de desarrollo económico para la comarca: “Es el único mercado de la trufa abierto semanalmente en toda España en el que cualquier particular puede venir, degustar las tapas y ver y adquirir trufa recién recogida del campo”. Además, “este evento, cada vez es más un foco de turismo” que atrae visitantes a la capital ribagorzana.

Roya explica que la sequía persistente y el exceso del calor de los últimos meses han hecho disminuir la producción de trufa este año, por lo que los precios pueden llegar a los 1.000 euros por kilo, 200 euros más que el año pasado. Sin embargo, los cultivadores aseguran que hay trufas de gran calidad. “Se estima que este año vayamos a tener un 50% de producción respecto del año pasado por la sequía que ha sido generalizada y por el calor continuado que hemos tenido en verano”, añade.

Las instituciones velan por su producción. “Esta actividad es hoy en día la principal fuente de ingresos de decenas de familias. Su recuperación es un ejemplo del importante impacto que tiene el sector primario ya no sólo a nivel económico, sino también en lo que se refiere a la creación de empleo cualificado y recuperación de población. Ha permitido mantener las puertas de las casas abiertas que corrían el peligro de sumarse a esas tantas que han ido cerrando en zona rural”, analiza el presidente de la Diputación de Huesca, Miguel Gracia. 

La truficultura estuvo abandonada “durante muchos años”, pero “su recuperación, impulsada por el empeño de un pequeño número de productores, unido al de las administraciones, que hemos apoyado desde el inicio a quienes deciden apostar por la trufa negra, la han convertido en un producto que nos diferencia como territorio”.

En Teruel se acumulan cerca de 10.000 hectáreas plantadas con trufa, con más de 150 localidades concentradas sobre todo en la comarca de Gúdar-Javalambre. La provincia de Huesca cuenta con cerca de 400 truficultores, que trabajan casi 1.700 hectáreas de cultivo distribuidas en 777 plantaciones. En la Rigaborza se encuentran prácticamente la mitad de ellas, 366, seguido de La Hoya de Huesca con 125 plantaciones. En la provincia de Zaragoza se cuenta con unas 600 hectáreas de ‘tuber melanosporum’ y alrededor del 30 % está en Daroca.