Carlos Ruiz supera un nuevo registro y se convierte en el jugador más longevo en la historia del CD Tenerife
La fidelidad a unos colores recompensó ayer a Carlos Ruiz Aránega (Baza, Granada, 20/7/1983) con dos premios, la cuarta victoria a domicilio del curso del CD Tenerife y otro aún más simbólico: igualar con Miroslav Djukic (Sabac, Serbia, 19/2/1966) como futbolista de más edad actuando con el representativo en categoría nacional. Ambos lo hicieron con 38 años, tres meses y tres días de edad y cabe pensar que el defensa andaluz supere en breve la marca para quedarse solo al frente de una clasificación que revela la capacidad de un deportista profesional para alargar su carrera muy por encima de la media.
El podio de los longevos. La lista de futbolistas tinerfeñistas deportivamente más longevos estaba encabezada desde el 22 de mayo de 2004 por Djukic, alineado por Martín Marrero en la 38ª jornada de la temporada 03/04 (CD Tenerife, 2-Cádiz CF, 2) justo con la misma edad que Carlos Ruiz en Butarque. Y completa el olimpo otro kito del tinerfeñismo: Andrés Gómez ‘Cuco’ (1926-2011), portero que desde 1951 guardó durante trece campañas la portería del Tenerife antes del ingreso en la Segunda División, en la categoría de plata y en la efímera incursión en Primera de la temporada 61/62. Cuco se enfundó los guantes por última vez el 10 de noviembre de 1963 —37 años, ocho meses y 17 días— en un CD Tenerife-Mestalla del que salió, además, imbatido (1-0, Justo Gilberto).
Un premio a la dedicación. La carrera de Carlos Ruiz, como la de otro ilustre blanquiazul como Aitor Sanz, es uno de esos ejemplos reservados en el mundo del fútbol para explicar como la carrera profesional de un deportista puede extenderse más allá de lo normal cuando la respaldan el cuidado físico y la capacidad para mejorar técnica individual y sentido táctico.
Jornalero del fútbol en cuanto a la media docena de clubes en los que militó antes de llegar a la Isla (Albolote, Armilla, Baza, Granada, Melilla y Ponferradina), pero licenciado en compromiso con los colores, en respuesta sobre el terreno –y en Ciencias de la Actividad Física y el Deporte, que para graduarse en la Universidad de Granada también encontró tiempo–, está a solo cinco citas de completar 500 encuentros como jugador profesional, 283 de ellos en la categoría de plata.
Y una fe que mueve montañas. También como la de Aitor Sanz, la trayectoria de Ruiz Aránega responde al mismo modelo. Un futbolista al que el profesionalismo verdadero en uno de los dos primeros escalones del fútbol acaba por premiar a una edad en la que otros renunciaron al balón, se movieron en la antigua Segunda División B u optar por el ‘exilio’ profesional en alguna liga menor fuera de España.
Pero el bastetano está hecho de una madera distinta. Después de conseguir el 24 de junio de 2012 en el Heliodoro el ascenso a la categoría de plata con la SD Ponferradina–un día aciago para el mundo birria y una fecha inolvidable para la Deportiva–, Carlos Ruiz pudo debutar en LaLiga SmartBank, con el equipo berciano, tan tarde como a los 29 años y un mes de vida. Fue el 19 de agosto de 2012, en el Martínez Valero, pero con una sensación agridulce. Perdieron los suyos 4-2, pero Carlos firmó el segundo gol visitante.
Jugador polivalente. La 12-13 fue una temporada fundamental para que la carrera de Carlos Ruiz terminara de girar hacia su consolidación en el profesionalismo. Habitual como medio centro en el esquema de 3-4-3 de Claudio Barragán, fue titular en 31 de los 33 partidos que disputó, se cuidó de las tarjetas (cinco en todo el curso) y estuvo a nada de meterse en los cruces por el ascenso con la ‘Ponfe’ (séptima con 66 puntos, los mismos que la UD Las Palmas, que le superó por el coeficiente de goles). Un solo curso fue suficiente para que cogiera cartel de futurible de otros rivales, como se vio luego.
El idilio con Tenerife (y con el CD Tenerife). Llegó al CD Tenerife en el verano de 2014, justo a la vuelta del ascenso blanquiazul en Hospitalet. El ojo de Quique Medina no falló y pese a los 30 años ya cumplidos, fue titular desde la primera semana. Álvaro Cervera retrasó su posición para colocarlo como central junto a Bruno –en una línea de zagueros que completaban a los flancos Moyano y Raúl Cámara– y de ahí no se movió: 40 titularidades de 42 posibles y un despliegue de virtudes reconocibles en sus nueve temporadas como albiazul: capacidad física, sentido de la anticipación, salida jugada y buen remate de cabeza en el balón parado.
Y el compromiso, dentro del campo, en el vestuario y en su relación con los aficionados tinerfeñistas. Porque si algo distingue a Carlos Ruiz Aránega –258 partidos y 16 goles después de su aterrizaje en el Heliodoro, 13º en la lista de jugadores que más vistieron el equipaje del representativo– es la capacidad para conectar con su público, sin nada de efectismo y con toda la honradez imaginable de un deportista que simboliza, como pocos, la comunión con la grada. Bastetano, granadino y andaluz, puede considerarse también un tinerfeño más, un gentilicio ganado a pulso que nadie puede discutirle.
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