Espacio de opinión de Canarias Ahora
La bolsa o la vida
Nadie predijo con exactitud la magnitud de lo que iba a pasar y está ocurriendo, aunque siempre hay alguno que se apunta al carro adivino del zahorí. Pero eso es como el que acierta una primitiva: lo hace de casualidad, sin esperarlo, sin comerlo ni beberlo.
Los periódicos, las radios y los telediarios nos hablan de los mercados y las primas de riesgo con una familiaridad insultante que abruma. Los periodistas comunican como cacatúas repitiendo palabras y expresiones que sólo están al alcance de los entendidos. Y a veces ni los expertos comprenden este arcano.
Si ya es jodido estar soportando una crisis económica de caballo, también es cabreante que te la expliquen con palabros que solo entienden unos pocos elegidos. Para cualquier isleño los mercados son el central, el de Las Palmas-Vegueta, el del Puerto y los mercadillos dominicales de los pueblos grancanarios. No entienden de otros mercados que no sean el de San Mateo o el de Teror. De ahí no los bajes.
Nadie sabe de qué va la prima de riesgo ni las agencias de calificación con nombres anglosajones y conductas sadomasoquistas. Nadie puede entender cómo nos dominan los mercados o tres agencias de pacotilla que se equivocan más que Zapatero en política bursátil.
Aquí nadie, salvo cuatro pelagatos enteradillos, ha entendido nunca para qué sirve la bolsa y cuál es su funcionamiento. La bolsa siempre ha sido aquí la de la basura, la bolsa que se tira y no la que tira de nuestra economía.
Los periódicos, las radios y los telediarios siempre nos han informado (o desinformado, según se vea) sobre lo que sube o baja la bolsa cada día, sobre los valores de las empresas del parqué y más recientemente sobre el Ibex-35.
Hemos estado muchos años saturados e impasibles ante un lenguaje incomprensible dirigido a cuatro inversores privilegiados. Ya es hora de decir basta. Entre la bolsa y la vida, elegiremos siempre la segunda. A vivir, que son dos días.
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