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Creemos en la robótica

Eduardo Serradilla Sanchis / Eduardo Serradilla Sanchis

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Tal revelación tiene que ver con la querencia de muchos de los miembros de dicho partido -ideología común, por ejemplo, entre los integrantes del partido republicano estadounidense- hacia la robótica. Yo tenía asumido que, si había algo que les motivaba hasta el extremo, tanto que se han justificado guerras en los últimos años sin que les temblara la voz, eran los combustibles fósiles. Piensen, si no, en que el único ministerio que permaneció intacto tras los masivos bombardeos sobre la ciudad de Bagdad fue el ministerio del petróleo del régimen iraquí.

Nuestro país y, especialmente nuestro archipiélago, tampoco se escapa de las ansias petroleras de prominentes miembros del ejecutivo autonómico junto a importantes miembros del partido conservador. Su afán por potenciar los combustibles fósiles en detrimento de energías como la eólica o la solar nos han colocado a la cola de su desarrollo, a pesar de las inmejorables condiciones de las que disponemos.

¡Pues no! La realidad es muy distinta. Los miembros del partido conservador europeo, en boca de la mencionada parlamentaria ?helena, para más señas geográficas- son unos firmes defensores de los postulados escritos por el escritor Isaac Asimov en su serie de relatos agrupados bajo el título I, Robot.

De otra forma no se entiende que estén en contra de un aumento de la baja por maternidad bajo el argumento “Aumentar el tiempo de baja por maternidad es malo para los negocios. Por lo tanto, si es malo para los negocios, es malo para las mujeres”.

Me imagino que ahora me dirán ¿Qué tiene que ver la robótica con la baja por maternidad y la oposición de los miembros del grupo conservador europeo? Pues tiene que ver y mucho.

Lo primero que quiero decir es que me parece una absoluta barbaridad que la baja por maternidad sea de tan solo cuatro meses en nuestro país. Puede que a muchos esto le suene marciano, pero si fueran del sexo femenino o tuvieran su instinto paternal más desarrollado de lo que tienen, seguro que no les sonaría tan raro.

Si a ello le sumamos los problemas que todavía hoy tienen muchas mujeres para obtener dicha baja por maternidad y conservar luego su trabajo, la historia me resulta todavía más trágica.

A continuación hay que añadir los enormes costes que tiene el traer un niño al mundo y la falta de ayudas por parte de la administración. El espejismo del “cheque bebé”, no solamente sucumbió ante la crisis, sino que se repartió sin un criterio claro en cuanto a la necesidad de ese dinero, sobre todo a tenor de las rentas de cada una de las madres.

La suma de todos estos factores acaba por disuadir los deseos de fundar una familia de muchas parejas que, a duras penas, logran llegar a final de mes, tal y como están las cosas. Y tal y como estaban, también hace una década, porque los anteriores gobiernos tampoco es que se preocuparan mucho por el tema.

¿Cuál es, entonces, el resultado de la simple ecuación? Simple y claro. Cada vez se tienen menos niños y nuestro país -y muchos de los del entorno europeo- envejece en progresión geométrica.

Los datos están ahí para quien quiera verlos, no esconderlos en un cajón, y ya son muchas comunidades las que logran llenar las aulas de los colegios con niños de otras nacionalidades. Este último apunte tampoco es que ayude mucho a equilibrar la balanza ?siguiendo el postulado de la europarlamentaria- dado que, si estos niños estudian y se forman en nuestro país, ya no estarán dispuestos a aceptar los trabajos de miseria que han tenido que aceptar sus progenitores para poder subsistir.

Por lo tanto, la única solución que se me ocurre para suplir la baja tasa de natalidad es empezar a construir docenas y docenas de dóciles y esforzados robots, los cuales asuman el rol del trabajador medio, de aquí a un par de décadas. De otra forma, no entiendo cómo se podrá mantener el actual mercado laboral, si no se ayuda a su desarrollo.

Quizás para quienes piensan que lo único que hay que hacer es defender el mercado, caiga quien caiga y sin importar el precio, los robots se me antojan como la mejor de las soluciones posibles.

Con ellos se acabaron los convenios, los problemas sindicales, el pago de horas extras y todo un sin fin de trabas que impiden que el capital y los especuladores que medran a su alrededor puedan campar a sus anchas. Vamos, el paraíso, y sin necesidad de tener que declarar más guerras de las que, por motivos del guión, se tengan que declarar.

Y hablando de guerras, y en respuesta a la declaración de la europarlamentaria europea, digna de formar parte de cualquier antología del disparate que se precie. Si hay algo verdaderamente bueno para los negocios, son las guerras. Y esto es así, antes de, durante y después de la contienda. Una guerra es el negocio definitivo y ejemplos, cifras y datos hay para llenar el hangar donde se ensamblan los Airbus A380-800.

Me gustaría pensar que, en un futuro no muy lejano, las madres españolas podrán elegir la duración de su baja por maternidad, algo que sucede en muchos países del mundo y que dicha baja fuera un derecho y no una obligación que se les impone a las empresas. De otro modo, la situación no mejorará y, cuando alguien dé la señal de alarma, será, como suele ser costumbre, muy tarde.

No obstante, siempre queda la solución de los robots, tan amañados y ordenados, ellos, y que nunca se quejan ante los atropellos. También queda la opción de no elegir representantes políticos tan.... ¿retrógrados...? como la ya, tantas veces mencionada europarlamentaria, porque con representantes así, las mujeres del viejo continente no necesitan de ningún enemigo exterior, no señor. De otro modo, nuestro país se convertirá en un enorme asilo y eso SÍ que es malo, muy malo para los negocios.

Eduardo Serradilla Sanchis

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