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Déficit democrático

José Carlos Gil Marín / José Carlos Gil Marín

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En la parte expositiva de este autogolpe del sistema democrático de partidos dado desde dentro cual involucionismo vírico se argumenta:“Una última mención ha de realizarse a la exigencia de otros tres aspectos del régimen electoral.

El primero tiene que ver con la exigencia de avales, en términos de números de firmas exigibles a los partidos sin representación parlamentaria para poder presentarse a las elecciones, a fin de salir al paso de prácticas no admisibles desde la perspectiva de la seriedad del procedimiento electoral“. Y en el nuevo articulado destaca entrópicamente: el apartado 3 del artículo 169, que queda redactado del siguiente modo:”169.3: Para presentar candidaturas, las agrupaciones de electores necesitarán, al menos, la firma del 1% de los inscritos en el censo electoral de la circunscripción. Los partidos, federaciones o coaliciones que no hubieran obtenido representación en ninguna de las Cámaras en la anterior convocatoria de elecciones necesitarán la firma, al menos, del 0,1% de los electores inscritos en el censo electoral de la circunscripción por la que pretendan su elección. Ningún elector podrá prestar su firma a más de una candidatura“. Distinguiendo además administrativamente, y dejándolo en manos del poder electoral, entre candidatura presentada y proclamada?

¿Cabe añadir algo más? Las críticas están en su misma literalidad? El sufragio universal en su perspectiva pasiva, sufragio universal consagrado en los artículos 68, 23 y 13 de la Constitución de 1978, ya no existe plenamente en el ámbito del Estado español, es una quimera del pasado que ha durado tan sólo 34 años. Por su parte, el sufragio universal activo tampoco es ya plenamente secreto para los ciudadanos que decidan también avalar con su firma una precandidatura. Aunque la firma no vincule jurídicamente al voto, se podrían establecer relaciones implícitas.

La soberanía de la nación española, nacida en 1812, ha muerto además en 2011 con una reforma constitucional aplicada con premeditación y nocturnidad, recientemente firmada e impuesta desde fuera por ese ente abstracto que se llama mercado (concretado en el tándem neoliberal germanofrancés), el pasado 27 de septiembre, firma que nos mostró en una foto de agencia la cara del Jefe del Estado, cara que le decía al aún Presidente del Gobierno socialista José Luis Rodríguez Zapatero lo que se nos venía encima hasta al 2020 y más allá al común de los mortales -que no a ellos-, a los ciudadanos de un régimen político que ya no es plenamente democrático.

Y ello es de por sí un autogolpe institucional dado en 2011.

La soberanía monetaria había ya muerto en 1992, al igual que la de fronteras. Y la militar en 1986, cuando el Estado español entró en la OTAN, en una OTAN que bombardea Libia por petróleo, pero que no interviene en Siria o en el cuerno de África por causas humanitarias evidentes y legitimadas?

El Estado nacido de la Revolución francesa y del liberalismo de los siglos XVIII y XIX es ya para el caso del Estado español una realidad probadamente fenecida. Ha llegado su extinción antes de tiempo, antes de que el natural devenir afecte al conjunto de los Estados de la comunidad internacional, que se suprimirán en unas décadas fruto de presiones supra e intra estatales. Pero para el Estado español, cual si se fuera un conejillo de indias, ha llegado el primero, ha llegado ya. Lo entrópico siempre le ha llegado a él primero que al resto de su entorno europeo. Las sinergias positivas, por el contrario, siempre ha sido el último en percibirlas, si es que las ha percibido todas ellas.

Inmerso en los llamados (pigs), cerdos en inglés (Portugal, Italia-Irlanda, Grecia y Spain/España), cada vez vemos más evidente lo que un enervado broker nos ha dicho en la BBC: que un gobierno oculto en lo que se llama mercado manda sobre los gobiernos políticos electos en los Estados de la civilización occidental.

Volviendo a la LOREG, esta reforma electoral aquí comentada obliga, por ejemplo, y en Canarias, a presentar en cada una de sus circunscripciones provinciales casi 800 avales previos en cada una de ellas para que una formación política pueda contender el 20N, hace que ya no todo partido pueda concurrir a las elecciones.

¿Vamos a votar desde estos presupuestos ex novo de carácter censitario, por ejemplo, a un Senado estatal vacío de competencias que nos cuesta al conjunto de los ciudadanos y al erario público 55 millones de euros al año?

Y ello de por sí es una merma democrática?

Esos presupuestos son además y de por sí un autogolpe institucional dado en 2011, una reforma inconstitucional de la Constitución de 1978, dada subrepticiamente a través de una norma de rango inferior?

Aunque sean necesarias tan sólo tres firmas para constituir un nuevo partido, este nuevo límite añadido vigente desde este año entierra el quid de sus existencialismos voluntaristas, pues les condena a la nada?

Los minoritarios ni siquiera podrán presentarse en el sistema para desde dentro dejar de ser minoritarios? Si votar fuera importante estaría prohibido, nos dicen algunos grafitis callejeros? Pues bien, ya lo está al cercenar el sufragio universal en su vertiente pasiva? Sibilinamente, pero lo está?

Esta reacción del sistema capitalista al fracaso del Final de la Historia puede que sea su postrer canto del cisne? Pero se está llevando por delante toda una generación en la civilización occidental, con una tasa de paro que en Estados Unidos ya llega al 9%, en la zona Euro ya llega al 10%, y en Canarias al 30%.

Sólo nos queda ante ella hacer lo que todos deberíamos: votar? Porque ya hasta encubiertamente quieren limitarlo.

José Carlos Gil Marín

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