Espacio de opinión de Canarias Ahora
El desafío de Europa
Europa llega a mediados de los años cuarenta asolada por la escasez y angustiada por las bombas. Se trata de una generación que obtiene la madurez intelectual bajo las ruinas, la desesperanza y el desasosiego de la Segunda Guerra Mundial.
Para los existencialistas un mundo absurdo gobernado por la sin razón, que hace que la persona no encuentre sentido a su vida, hallándose sin expectativas e impotente ante la realidad. Todos recordamos la novela El extranjero de Albert Camus.
Para los neorrealistas un continente pobre y mísero, que invita a la alienación del individuo. Personajes solemnemente desgraciados, víctimas de una desgracia tras otra, como los de la película El ladrón de bicicletas de Vittorio de Sica o Plácido de Berlanga.
Todos quieren olvidar. Franceses y alemanes, cuyos abuelos murieron en Verdún y sus padres en Dunkerque, quieren ahora compartir entre sí el carbón y el acero. Sorpresas de la Historia.
Bajo este metarrelato, se forjó una Europa incipiente que hemos heredado y nos toca seguir construyendo. Un magnífico ensayo, más que recomendable para comprender aquellos tiempos difíciles, es Postguerra de Tony Judt (Ed. Taurus).
Sin embargo, Europa ya no quiere evitar la repetición de un pasado, sino construir un nuevo futuro en común. Toca decidir la Europa que deseas. Si optas por la apatía, elegirán por ti.
Europa necesita un impulso político mayor que nunca. La arquitectura legal comunitaria y la crisis económica internacional, son los dos retos que tenemos por delante.
Los socialistas europeos, desde la legitimidad democrática del voto, reclamamos para las próximas elecciones europeas de junio el inicio de una Europa política fuerte. Pasar de la Europa que duda, a la Europa que cree en sí misma. Sin ti, no es posible.
Tras el no francés y holandés al Tratado por el que se establece una Constitución para Europa, y la negativa irlandesa al Tratado de Lisboa, mera recomposición del primero, se hace preciso articular un texto definitivo que marque las pautas de la Europa de las próximas décadas que deseamos otorgarnos. Nada de Tratados Internacionales camuflados de norma constitucional. Una Europa gestada desde la ciudadanía y pensada para los ciudadanos.
No tiene ningún sentido construir Europa a golpe repetidos de referéndum. Si Dinamarca pronunció su desacuerdo al Tratado de Maastricht en 1992 e Irlanda rechazó ratificar el Tratado de Niza en 2001, tenemos que respetarlo. De lo contrario, igual sentido tendría volver a realizar la consulta con los que lo asumieron en un primer momento. Toda vez, que podemos caer en el peligro de convertir la votación en una forma hueca de revestir al Tratado de soberanía popular y espíritu democrático.
La Europa política no tiene los contornos de la Europa continental. Podemos perder el tiempo discutiendo si las fronteras europeas llegan hasta la ciudad polaca de Gdansk o puede extenderse hasta los Urales. Pero lo realmente cierto, es que tenemos la ocasión de decidir como influir en la resolución del conflicto checheno y tener una estrategia común de cooperación con el África subsahariana.
Los socialistas europeos apostamos por la Europa social. Sin la Unión Europea, no es posible vislumbrar solución alguna a la crisis económica internacional. Los problemas globales requieren soluciones globales. En tu mano está la ocasión de negar la socialización de las pérdidas a aquellos que antes reclamaban la privatización de las ganancias. Es decir, evitar la Europa del puro mercadeo para contribuir a la de los derechos de configuración legal. En el espacio europeo podemos reforzar las prestaciones sociales y evitar el desmantelamiento del Estado de Bienestar.
Tenemos mucho que decir sobre el conflicto de Gaza, las relaciones energéticas con Rusia y el cumplimiento de la legalidad internacional. Sólo una Unión Europea en positivo, en la que crea los ciudadanos, lo hará posible. En ti está la posibilidad de apostar por la Europa que acoge a Obama o la que añora a Bush.
*Secretario de Comunicación del PSC-PSOE
Rafael Ãlvarez Gil*
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