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Flashback a 2015

Lidia Rodríguez

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Los periodistas de izquierdas lo controlan todo. Todos sabemos que la izquierda colapsa todo lo que toca desde la era de los dinosaurios. Tienen bajo su control WhatsApp, Telegram, Instagram y Facebook. Controlan la Radio Televisión Española. Controlan las subidas y bajadas del Ibex35. Controlan los coles públicos y, también, los privados. Los medios lo controlan todo.

No hay, ahora mismo, mayor preocupación que el control que ejercen en redes sociales los periodistas de izquierdas. Todas las fuentes lo corroboran. Nadie es capaz de contradecir esta tesis. Controlan los memes que le mandas a tu cuñada sobre el 8M, controlan la música de Bad Bunny y están presionando a Bertín Osborne para que deje las rancheras. Controlan los paseos que se marca Mariano Rajoy con chándal en pleno Estado de Alarma, y, también, las sesiones de abdominales que se puede marcar Aznar al día. Y a los culturetas. Sí, a esos, sobre todo. Controlan las tendencias en Twitter, y también la música de mierda que pone tu vecino. Controlan los programas de Radiojaputa, el primer viernes de Carnaval y el programa de Ana Rosa.

Redescubrir Telegram

Los periodistas de izquierdas lo controlan todo salvo la huida hacia adelante que ha realizado esta semana la derecha. Han sido capaces de redescubrir Telegram, un acto revolucionario digno de 2015. Sin una razón aparente ha surgido la idea de que Newtral o La Maldita.es de recopilaba información de aplicaciones como WhatsApp con el objetivo de tenernos vigiladas y vigilados. Y, claro, ha sido tanta la desconfianza que han generado que hasta Facebook ha tenido que lanzar un comunicado para que los españoles de bien se queden tranquilos. Así funciona el fascismo. Generan debates que resultan ridículos, y ponen el foco en aquellos que consideran peligrosos. Los optimistas dicen que el confinamiento va a dejarnos un país mucho más solidario, pero la realidad es que también está aflorando lo peor de la sociedad.

Mientras el país se encuentra en una dinámica de cifras, de personas fallecidas, de familias que no se pueden ver y de miles de circunstancias que afectan a todo un país lo que le preocupa a buena parte del sector ultraderechista es que los periodistas y los medios más críticos controlen los flujos de información. Y es, precisamente, esa la segunda batalla que debe lidiar ahora mismo el periodismo patrio. No podemos generar informaciones sin sustento que alienten al fascismo a generar mentiras.

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