La insoportable violencia política y un discurso del Rey
Decía Aristóteles, en su tiempo, del humano que era un “animal político” y hoy ante figuras como Trump, Bolsonaro y algunos otros, la pregunta es si no hay ejemplares que son “más animales que políticos”. Y eso tanto a nivel internacional como a nivel español.
En la Unión Europea hay muchas tensiones centrífugas en aspectos esenciales y no sólo comerciales. Yo tengo la convicción de que esas tensiones están propiciadas en buena parte por diversas fuerzas imperiales y reaccionarias. Algunas intra-europeas y otras exteriores.
Ahora voy a concentrarme en algo esencial y urgente en nuestro Estado, y es el llamamiento claro a romper la legalidad vigente y al golpe de Estado incluso con alusiones a guerra civil. Eso desde fuerzas parlamentarias que se llaman constitucionalistas y afectas al actual Rey.
Recordemos lo ocurrido en la República alemana de Weimar y la leyenda militar-imperial de la “puñalada en la espalda” que retomó Hitler y facilitó su tomar del poder.
Desde determinados medios “desinformadores” (prensa, radio, televisión y redes) valiéndose de una pretendida y desvergonzada “libertad de opinión” (avalada por determinados jueces) hablan a las claras de un “gobierno de traidores que quiere destruir a nuestra España” y tal tono y desvergüenza ha llegado a anidar en los bancos parlamentarios de las tres Derechas de la Oposición.
Algunos han citado a Unamuno y a Ortega y Gasset, incluso a Azaña, lo cual no deja de ser extraño cuando se les cita contra un gobierno legal y legítimo de carácter progresista de izquierda.
La cúspide de la pirámide faraónica la alcanzó Pablo Casado en su afán de superar por la derecha a su aliado contrincante VOX. Dice este Casado, recordando la Memoria histórica que es ley, que “la Guerra Civil fue el enfrentamiento entre quienes querían la democracia sin ley y quienes querían la ley sin democracia”. Luego añade algo que puede subscribirse : “nuestra Constitución es el pacto por el cual no puede haber democracia sin ley, ni ley sin democracia”. Pero saltándose aspectos legales constitucionales que han permitido en el pasado indultar a golpistas armados que dispararon uniformados contra la sede de la soberanía popular, este Casado pasa a oponer consideraciones legalistas del actual Tribunal Supremo contra las potestades legales del Gobierno de conceder indultos cuando sean de interés común. Recordemos que el Tejero del 23-F nunca se arrepintió de su intento golpista armado, ni el general que sacó los tanques a las calles de Valencia tampoco mostró arrepentimiento.
Este Casado me recuerda a un Casado militar traidor a la República cuando traicioneramente da un golpe militar en Madrid contra las fuerzas militares republicanas y entrega Madrid al felón Generalísimo de los insurgentes que bañaron a España en sangre sin ley ni democracia, simplemente con fusilamientos o bombardeando ciudades y personas civiles. Aquel Casado dio un golpe traicionero al gobierno constitucional de entonces, este Casado justifica que “los que querían ley sin democracia” tomaran el Poder, olvidando que a partir de su triunfo tal ley era la Ley Suprema de la voluntad del Caudillo, al igual que el ejemplo imitado del Duce italiano Mussolini y del Führer alemán Hitler. Y esa voluntad caudillista, usando tribunales militares de excepción mandó a la cárcel o a la muerte a miles de militares y civiles del bando republicano, así como los utilizó como mano de obra esclava para edificarse a sí mismo un monumento en el llamado Valle de los Caídos.
Desde las cárceles y los campos de concentración del franquismo no había un retorno posible a la política normal; en ellos ciudad y casa se hicieron indiscernibles y la posibilidad de distinguir entre nuestro cuerpo biológico y nuestro cuerpo político, entre lo que es incomunicable y queda mudo y lo que es comunicable y expresable, nos había sido arrebatado casi totalmente. Especialmente por medio de silencios o de tergiversaciones de los hechos. No somos sólo, con palabras de Foucault, animales en cuya política está puesta en entredicho nuestra vida de seres vivientes, sino también, a la inversa, ciudadanos en cuyo cuerpo natural está puesta en entredicho su propia vida política.
Don Enrique Díez de la Universidad de León escribe en su ensayo “La asignatura pendiente” del pasado año 2020 unos temas tabú en libros de Secundaria y de Bachillerato de unas 15 editoriales: 1) El expolio sufrido por los demócratas perdedores. 2) El papel cómplice y represor de las jerarquías de la Iglesia católica. 3) La ausencia de nombres y apellidos de los represores. 4) El papel de la sociedad civil en la represión. 5) El ocultamiento sistemático de los luchadores antifranquistas en las luchas sociales y políticas, así como ignorar su destacado papel en el advenimiento de la democracia.
Esa ignorancia querida y fomentada de nuestra historia culmina cuando la Derecha, sea P.P. o C´s, olvidándonos de VOX, cita al Ortega y Gasset por su España Invertebrada habrá que recordarles los siguientes párrafos de nuestro filósofo en dicho libro:
“”La aberración visual que solemos padecer en las apreciaciones del presente español queda multiplicada por las erróneas ideas que del pretérito tenemos. Es tan desmesurada nuestra evaluación del pasado peninsular, que por fuerza ha de deformar nuestros juicios sobre el presente. Por una curiosa inversión de las potencias imaginativas, suele el español hacerse ilusiones sobre su pasado en vez de hacérselas sobre el porvenir, que sería más fecundo. Hay quien se consuela de las derrotas que hoy nos infligen los moros, recordando que el Cid existió, en vez de preferir almacenar en el pasado los desastres y procurar victorias para el presente. En nada aparece tan claro este nocivo influjo del antaño como en la producción intelectual. ¡Cuánto no ha estorbado y sigue estorbando para que hagamos ciencia y arte nuevos, por lo menos actuales, la idea de que en el pasado poseímos una ejemplar cultura, cuyas tradiciones y matrices deben ser perpetuadas! Ahora bien: ¿no es el peor pesimismo creer, como es usado, que España fue un tiempo la raza más perfecta, pero que luego declinó en pertinaz decadencia? ¿No equivale esto a pensar que nuestro pueblo tuvo ya su hora mejor y se halla en irremediable decrepitud? “
Y más adelante añade:
“No creo que sea completamente inútil para contribuir a la solución de los problemas políticos distanciarse de ellos por algunos momentos, situándolos en una perspectiva histórica. En esta virtual lejanía parecen los hechos esclarecerse por sí mismos y adoptar espontáneamente la postura en que mejor se revela su profunda realidad. En este ensayo de ensayo es, pues, el tema histórico y no político. Los juicios sobre grupos y tendencias de la actualidad española que en él van insertos no han de tomarse como actitudes de un combatiente. Intentan más bien expresar mansas contemplaciones del hecho nacional, dirigidas por una aspiración puramente teórica y, en consecuencia, inofensiva. ”
Yo no comparto para nuestro presente momento parlamentario y mediático las consideraciones distanciadoras de Ortega. Hoy es necesario conservar la calma y tener sangre fría, pero no distanciarse ahora porque eso sería dejar el terreno a los calumniadores. Aquí y ahora el tema histórico de la traición militarista a la Constitución de la 2a. República se entrelaza con la superación de las tensiones del palabrerío justificador de aquella Guerra Civil que puso a España en manos de la única dictadura fascista superviviente en Europa después del final de la Guerra Mundial. La Segunda República tenía una Ley Fundamental que era la Constitución y una Democracia que la aprobó electoralmente. Había ley y democracia. Y hubo quienes quebraron la Ley violando la democracia para imponer por la violencia de las armas una Dictadura.
Las Tesis de Hitler de la traición de las fuerzas democráticas a la Alemania belicosa e imperial de Guillermo II y de que las tropas alemanas podían haber ganado la Primera Guerra Mundial si no hubieran sido traicionados por judíos, masones y demócratas, dicha tesis parece calcada por los portavoces de las Derechas hispanas y carpetovetónicas. Especialmente después de la intervención legal de un Casado ignorante de las leyes y potestades gubernativas, así como del espíritu de la Constitución.
Recordemos que este superpatriota se desmonta a sí mismo dando tumbos hacia la ultraderecha y después de haber sido desleal con el gobierno de España situándose al lado de los desmanes del gobierno de Marruecos en los acontecimientos de Ceuta. Desde Galicia y desde su propio Partido, el Presidente de la Xunta de Galicia, Alberto Núñez Feijoo, le enmendaría la plana demostrando lealtad patriótica al Gobierno de la Nación frente a la crisis migratoria provocada en Ceuta, pero sin abandonar su postura crítica.
En la orilla de los violentos está Paco Beca Casanova, ex-general de División “españolísimo” que cobra del erario público como retirado, y quiere fusilar a 26 millones de “hijos de puta” de entre los que -supongo - estaban excluidos él y sus amigos. Eso ha sido considerado por un juez como “conversación entre amigos” y otro juez ignora el vídeo de alguien que dispara a retratos de líderes de Izquierda y anima a seguir su ejemplo.
Para mí esas manifestaciones no sólo son muestras de mal gusto y falta de cultura democrática, sino también conductas que deberían ser excluidas por ética política y social.
Por otro lado, y desde otra orilla, distanciándose del lenguaje violento la presidenta del Banco Central Europeo, Christine Lagarde, ha asistido en estos días al Congreso de la Asociación Mundial de Juristas que ha tenido lugar en la Casa de América de Madrid con motivo del encuentro internacional de juristas organizado por la WJA. También han acudido el rey Felipe VI, el ministro de Justicia, Juan Carlos Campo, y responsables de tribunales de justicia de diversos países.
Se rindió homenaje a la juez estadounidense Ruth Bader Ginsburg, convertida en símbolo de la lucha por la igualdad de la mujer, que falleció en septiembre del año pasado. Con motivo del homenaje, se han entregado las medallas que llevan el nombre de la jueza a ocho mujeres que han tenido un papel destacado en la defensa del Estado de derecho. Entre ellas, Lagarde; la vicepresidenta de la Corte Penal Internacional (CPI), la peruana Luz del Carmen Ibáñez; la presidenta del Tribunal Supremo de Puerto Rico, Maite Oronoz; y la magistrada española del Tribunal de Justicia de la Unión Europea (TJUE), Rosario Silva.
Lagarde hizo un llamamiento a defender la fortaleza de la ley y ha afirmado: “La COVID-19 ha amplificado los aspectos positivos y negativos. El Estado de Derecho debe resistir y derrotar a la corrupción, a los nacionalismos exacerbados, a los abusos de la ley y a los populismos”. Además, la dirigente francesa reprodujo las palabras que Felipe VI pronunció en 2019 cuando recogió el Premio Mundial de la Paz y la Libertad de que “sin el respeto a las leyes, no existe ni convivencia ni democracia, sino inseguridad, arbitrariedad”.
El Rey Felipe VI reivindicó en esta ocasión a España como “Estado democrático y social de Derecho” y la importancia que dentro de este tipo de Gobierno tiene la independencia del poder judicial. Las palabras pronunciadas durante el homenaje a Ruth Bader Ginsburg, la jueza del Tribunal Supremo de Estados Unidos fallecida en el 2020, cobran relieve cuando las Derechas españolistas condenan y esgrimen con palabras y gestos violentos la utilización legal de las facultades gubernativas de conceder indultos.
En su discurso, Felipe VI ha ensalzado la trayectoria de Bader Ginsburg, “un destacado ejemplo de servicio al Estado de Derecho y a los valores de libertad e igualdad que le son consustanciales” y en particular su defensa de la Constitución.
“El Estado social y democrático de Derecho es, sin duda, la forma política más adecuada que la civilización ha conseguido, frente al autoritarismo y la arbitrariedad, para organizar pacíficamente la convivencia entre los ciudadanos y entre los países, y para establecer los equilibrios, las reglas previsibles y estables, entre los ciudadanos y sus representantes, y entre las instituciones”, reivindicó el Rey.
Además, añadió, “es el camino que, en democracia y libertad, más nos ha permitido avanzar y mejorar”. “De ahí su valor, tanto en el plano nacional como en el internacional”, señaló, defendiendo que los juristas en todo el mundo deben reivindicarla “como un auténtico patrimonio de la Humanidad que hay que fomentar y defender para no defraudar la esperanza legítima” de los ciudadanos “en un futuro de convivencia y progreso para ellos y para la sociedad en su conjunto”.
Esperemos que los señores Casado y Abascal o las señoras Ayuso y Monasterio no intervengan enmendándole la plana al rey como ya hicieron con los obispos y los empresarios por acordar con los indultos por un clima de concordia. La insoportable violencia política contrasta aquí con lo que dicen defender.
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