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Menosprecio a la vida en la Tierra

Teo Mesa / Teo Mesa

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El ser humano juega a la ruleta rusa con el medioambiente. No escarmentamos con las perversas catástrofes, producidas en todo el globo. Seguimos estando ciegos y dementes, ante los peligros que generamos con nuestras indolencias medioambientales. La anhelada evolución industrial, nos ha traído como regalo envenenado, la regresión de una Naturaleza estabilizada en sus armonías ecológicas para lozanamente vivir. Los daños que hagamos al Planeta son de consecuencias irreversibles. Solo deseamos la codicia el dispendio consumista. No somos conscientes, que la loquinaria alteración de los ecosistemas y el medioambiente en general, transformará trágicamente la vida sobre el planeta que cobija todas las vidas existentes.

Al hombre, en general, y en todos los países desarrollados del cosmos, solo le preocupa los índices económicos actuales, con la que estamos atravesando. Sobre todo ahora, con la economía del temor y el retroceso a los tiempos de las carencias, pérdida de calidad de vida y del estado de bienestar (y algunas hambrunas venideras), como las vividas y sufridas por generaciones precedentes. Hoy, las noticias, del infundado temor económico a los asalariados, están derivadas a la compra de deudas de las naciones, las primas de riegos, las bolsas, etc. Nos preocupa tanto, y más, el obtener un salario, que también, que otras urgentes y primarias necesidades que las ecológicas. De qué nos sirve tener trabajos, salarios y consumos por doquier, si nuestras vidas no las podemos desarrollar en nuestro hábitat, en el diminuto ecosistema en que vivimos. De qué nos vale tener un empleo remunerado, cuando hemos destrozado el medioambiente y todos los equilibrios de la cadena ecológica. Nos cargaremos de enfermedades y malvivir.

Nuestro planeta ha sido deteriorado, mucho más, en el último medio siglo, que desde la propia Revolución industrial, en el siglo dieciocho. Las selvas tropicales disminuyen constantemente sus extensiones (tan primordiales para la generación de oxígeno y de aguas lluviosas), con la tala de árboles y quemas de bosques, en todos los países del Amazonas. Como el disparate de Bolivia, de querer atravesar una carretera, por este importantísimo reducto boscoso de biodiversidad para el planeta; o de Brasil, que concede los bosques para las plantaciones de cereales transgénicos o para la creación de biocarburantes. La diversidad de especies y genes (y de la Amazonía, en gran parte, aún inexploradas), siguen siendo los principales recursos para la obtención de alimentos, medicinas y bienes naturales: oxigeno y agua.

La contaminación atmosférica en zonas urbanas causa cada año más de 2,5 millones de muertes en las personas (sin sumar a otros seres vivos animales). Solo en España, por esta causa de aires contaminados, pierden la vida unas 400.000 personas (los más perjudicados y sensibles, son los niños, con estos aires venenosos). Producidas estas atmósferas intoxicados por el dióxido de carbono de la automoción; complejos industriales; lluvia ácida de las centrales termoeléctricas, las cuales arrasa con todos los cultivos y bosques, acelerando la desertización de las tierras cultivables; el uso de combustibles fósiles, para generar energías: gas, petróleo, carbón, maderas, y todo tipo de derivados orgánicos.

Todos estos problemáticos males que sufre la Tierra, la humanidad y todos los seres vivos, animales y microorganismos, que pervivimos en el planeta, son subsanables a corto plazo. Todos estos siguen siendo producidos por la ignorante terquedad del hombre. Para ello, debemos ser conscientes y tomarlos con toda seriedad y responsabilidad, porque en este compromiso nos va la vida y todas las vidas de que habitan este bello planeta. Y recordemos, que estamos en calidad de préstamo, para habitar el suelo terráqueo. Solo estamos de paso. Tenemos la obligación de dejar un planeta, vivible y limpio, para las generaciones que vienen detrás. Debemos alentar eficazmente a la sociedad, para poner todo de nuestra parte y frenar el galopante deterioro, con todas las medidas a nuestro alcance, que las hay. Evitaremos la contaminación de los océanos, la desertización, la sobre explotación de la fauna y pesca, la destrucción de los bosques, la pérdida de la capa de ozono, el reciclado, el desmedido crecimiento poblacional urbano, etc.

Teo Mesa

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