De movilidad, cultura de caminar y resistencia política

Hace poco leía una entrevista del pensador francés David Le Breton en el Diario de Sevilla en la cual realizaba un alegato sobre el silencio y el hecho de caminar como formas de resistencia política. El silencio porque vivimos en ciudades dominadas por el tráfico y la contaminación acústica, entonces a través del silencio nos resistimos, nos reconectamos con nosotras mismas y con el espacio. Lo mismo sucede cuando caminamos, también realizamos esta reconexión, andamos y sentimos el placer del encuentro con lo que nos rodea.

De esta manera, en la base de la movilidad sostenible estarían situados los desplazamientos a pie, seguidos de la movilidad en bicicleta y transporte público y, en último lugar, el transporte privado.

Este sería el esquema lógico a seguir a la hora de planificar políticas de movilidad sostenible. Sin embargo, existe una desidia generalizada en los partidos políticos que gobiernan los municipios de estas islas, a excepción de Las Palmas de Gran Canaria donde se están llevando a cabo importantes avances en esta área.

Como entendemos que las políticas de movilidad sostenible se deben desarrollar desde una perspectiva global –aunque partan en muchas ocasiones del nivel municipal y la competencia en materia de transporte público esté en manos del Cabildo- estamos desarrollando una Mesa de Movilidad Insular en Tenerife que integra actores políticos de la izquierda de diferentes municipios (Equo, IU, SSP y Podemos), de Podemos en el Cabildo, de colectivos relacionados con el uso de la bicicleta, como Tenerife por la Bici y Santa Cruz en Bicicleta, y delegados sindicales de TITSA y Élite Taxi Tenerife.

En la última reunión debatimos sobre la conveniencia de que la Ruta Eurovelo 1, una red europea de vías para ciclistas que recorre de Noruega a Portugal, pasando por Escocia, Irlanda, Inglaterra, Francia y España, con casi 8.200 kilómetros de recorrido, pase por las Islas. Desde los colectivos Tenerife por la Bici y el Club de la Bici Verde están empezando a plantear esta oportunidad. ¿Por qué? Pues muy sencillo, porque el cicloturismo ofrece numerosas ventajas a los territorios que apuestan por él. Es un turismo de proximidad que realiza sus compras en los pequeños comercios, que es respetuoso con el medio ambiente, que genera, en definitiva, una riqueza mucho más distributiva. Las personas que practican cicloturismo (con pernoctación) realizan un gasto medio por día de 57,08 € incluyendo el alojamiento, situándose el rango de gasto entre 50 y 70 €/día, y la media de estancia es de 7,7 días por lo que el gasto medio por viaje se sitúa en 439 euros (según un informe realizado por Andalucía se mueve con Europa sobre el impacto económico del cicloturismo en Europa, 2014).

Debatimos también sobre la necesidad de presentar iniciativas a nivel municipal e insular que potencien el uso de la bicicleta, y unos servicios públicos de transporte adecuados, rápidos y económicos. El colectivo Santa Cruz de Tenerife en Bici por ejemplo, presentó en septiembre su proyecto de Propuestas de ciclorrutas en Santa Cruz de Tenerife en el Ayuntamiento, si bien aún no ha habido reacción al respecto. También debatimos sobre el diseño de ciudades y espacios urbanos amables para las personas, el calmado de tráfico, las limitaciones del uso del coche en los centros urbanos. Y especialmente sobre nuestra oposición a inversiones millonarias en gigantescas infraestructuras de transporte (trenes del sur y el norte) frente a inversiones más pequeñas, razonables y eficientes en carriles guaguas y bicicletas.

Nos encontramos ante una absoluta falta de iniciativa por parte de las instituciones que, aun sabiendo que existen estudios que contabilizan en 60.000 las muertes mundiales prematuras en 2030 a causa del calentamiento global (Nature Climate Change), no están realizando los cambios necesarios a nivel urbanístico y de políticas de movilidad para revertir esta situación.

Por eso, abogo por la realización de un acto de resistencia política: repensar las ciudades para poder caminarlas, movernos en bici con seguridad y contar con unos transportes públicos respetuosos con el medio ambiente. Y esto solo lo conseguiremos a través del debate abierto y sincero entre los diferentes espacios sociales y políticos implicados.