La movilización del precariado

En segundo lugar, no espero demasiado de la inclinación a no darle a las medidas que decidan carácter retroactivo, con lo que quienes han perdido ya sus viviendas se quedarán mirando para los celajes. La retroactividad podría obligar a indagar, por ejemplo, si los bancos forzaron o no tasaciones elevadas y si sus departamentos de riesgos evaluaron las posibilidades del adquirente de hacer frente a los compromisos de pago antes de concederles el crédito; además de analizar la dichosa letra menuda. Y ahí están las famosas preferentes como reflejo de la codicia bancaria que nos obliga a recelar si esa invención del “banco malo” no será el modo subliminal de sugerirnos que alguno habrá bueno. No se atreverá Rajoy a meterse en semejante berenjenal, que los bancos son muy suyos.

Lo dejo aquí porque, les dije, en el momento de escribir no dispongo de información suficiente. Lo que sí tengo claro es que se equivocaron quienes dicen que las movilizaciones sociales no sirven para nada. Al menos los han incomodado como para que se reúnan. Cosa a tener en cuenta ante la huelga general de mañana y las manifestaciones que le seguirán, dentro de la jornada de protesta que se celebrará también en los demás países de la UE.

Quisiera, por cierto, agradecer la ocurrencia de quienes han acuñado el término “precariado” para designar a la multitud de participantes en las movilizaciones contra la panda de neocons que nos tienen a mal traer. Dado que gran parte procede de las clases medias y se ha difuminado la idea de “proletario”, el término designa la condición precaria en la que acabaremos todos como no espabilemos. Dice cierto proverbio chino que para salir de un pozo lo primero es dejar de cavar: debería preocuparnos que los diputados del PP aplaudan entusiasmados las paladas con que Rajoy agranda y profundiza el agujero. La viñeta en que Forges dibujó a los diputados aclamando los recortes en Sanidad, Educación, el despido gratis, las rebajas de sueldos a los funcionarios, etcétera, puede parecer un chiste pero en realidad era todo un editorial.