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Quod natura non dat, salmantica non praestat

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En estos tiempos que estamos viviendo, donde nadie es capaz de asumir sus propias responsabilidades y con bastante ligereza las descarga sobre otros, no ha pasado desapercibida la última ocurrencia de una veterana política canaria quien en la “intimidad” de unas jornadas sobre pensamiento político se despachó con la desafortunada expresión: “el profesorado no tiene ni puta idea de la identidad y la cultura canaria”. La barbaridad de la afirmación fue tan grave que la propia protagonista se vio obligada a hacer lo que llamaríamos un “campechano” (es decir: “Lo siento mucho, me he equivocado, no volverá a ocurrir”); cuya sinceridad en las disculpas cada uno podrá creer o no. Sin embargo, resulta más llamativo aún el trasfondo que encierra esa afirmación, proviniendo de una profesional de la política de un partido que se presenta como enseña de la “canariedad” y que ,salvo este último breve paréntesis de gobierno cuatripartito, ha estado al frente del gobierno de Canarias desde hace treinta años. 

Trasladar la culpa de los males de la educación al profesorado no resulta novedoso, pues estamos acostumbrados a escuchar que si el sistema educativo falla, es responsabilidad de quienes lo aplican “como pueden” en el interior de las aulas (sean de primaria, secundaria, bachillerato o universidad). Nada tienen que ver las más de ocho leyes de educación que han surgido en los últimos cuarenta años. Tampoco la realidad constatada de la infradotación económica a todo lo referido a educación, tanto a nivel nacional como autonómico. Tampoco que por encima de los contenidos (esos que tanto echa en falta nuestra política) primen criterios pedagógicos encaminados a potenciar otras cuestiones ajenas a la adquisición de conocimientos. Mucho menos que los diferentes proyectos que se plantean para abordar la especificidad de esa identidad canaria en las aulas se pierdan en la desmotivación a la que acaban llegando los docentes, cuando se encuentran luego con los obstáculos institucionales para desarrollarlos. 

La afirmación lanzada por la reubicada diputada (tal vez el llevar muchos años en el Congreso de Madrid le ha llevado a desconectarse de la realidad insular) muestra desconocer que ya existen los contenidos canarios en los diferentes curricula de los niveles educativos. No solo eso, aunque insuficientes, también hay asignaturas específicas sobre Canarias y de forma transversal se abordan dichos contenidos. En los últimos cursos he tenido la oportunidad de dirigir trabajos de fin de grado y trabajos de fin de master de estudiantes de Historia donde se analizaban no solo la presencia de dichos contenidos, sino la disponibilidad que tenían los docentes para acceder a recursos didácticos con los que enseñarlos. Las conclusiones siempre eran que, aunque todo era mejorable, estos contenidos y estos recursos ya existen. Por tanto, con independencia de las disculpas inmediatas de la diputada regional (lo que provocará que en unos días ya no se vuelva a hablar de este tema), la acusación sobre el conocimiento o no del profesorado sobre la identidad canaria no se sostiene por ningún lado.

Dejemos de una de vez de seguir perpetuando el estereotipo de que el mal de la Educación está en los docentes, para enfrentarnos de una vez con la realidad de que quienes destrozan la Educación son las políticas que se aplican de forma partidista y que luego se implantan de manera infradotada y con parches. Al escuchar la sentencia salida de la boca de la diputada, me vino inmediatamente aquella frase atribuida a Miguel de Unamuno, antiguo rector de la universidad de Salamanca: Quod natura non dat, Salmantica non praestat (lo que la naturaleza no da, Salamanca no otorga). Lo que viene al cuento, por cuanto ya sabemos que, con respecto a la inteligencia de las personas, de donde no hay, no se puede sacar. Sin embargo, sin querer dejar nuestra opinión vinculada exclusivamente a las torpezas de una individua, también podríamos darle una vuelta a la interpretación de este adagio y verlo de la siguiente manera: donde las instituciones no ponen los medios suficientes, ni todo el conocimiento que puedan mostrar nuestros profesionales de la enseñanza puede obrar milagros.

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