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El peligroso desinterés por la política

Juan García Luján / Juan García Luján

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En una sociedad con más de un 45 % de paro juvenil, el enfrentamiento dialéctico entre los dos políticos con opciones a presidir el futuro gobierno fue seguido sobre todo por las personas de edad más avanzada (entre los mayores de 64 años hubo un seguimiento del 67%). Conozco a muchas amigos que les interesa la política, que participan en colectivos sociales, que salen a la calle a manifestarse, pero este lunes no tuvieron la curiosidad de sintonizar ninguno de los 20 canales que emitían el cara a cara. Reconozco que yo mismo asistí al espectáculo televisivo más por interés profesional que ciudadano. Un amigo que trabaja en el teatro se sintió ofendido porque llamé actores a Rubalcaba y a Rajoy actores (“mala señal que casi sea un insulto las palabras actor y payaso, hacer teatro es casi sospechoso”, me dijo en un sms).

Uno de los fracasos del cara a cara es la reducción de la democracia a un bipartidismo de pepsi y coca cola, de dos opciones que cada vez se parecen más. Donde menos seguimiento tuvo el cara a cara fue en Euskadi, Canarias y Cataluña, las comunidades donde hay una alta representación parlamentaria de partidos que se definen nacionalistas. La política española se parece cada vez más al fútbol, con dos equipos (el Madrid y el Barça) que monopolizan el 80% de la información deportiva, con seguidores ciegos que sólo ven defectos en el contrario, que permiten a los suyos penaltis y trampas, incluso con hooligans como los que vimos ayer: una candidata pepera difundiendo una foto manipulada de Carme Chacón, un asesor de Gallardón pidiendo más EREs en el grupo PRISA porque en El País no pintaron a Rajoy como el supercampeón del cara a cara o un PP canario volviendo a saltarse la normativa electoral con vallas publicitarias de contrapropaganda sin firmar.

El sociólogo Ignacio Sotelo escribía ayer en El País un interesante artículo sobre la situación política española. Tras un repaso por la historia política de España, el catedrático de Sociología escribía que “nos vamos acercando peligrosamente al sistema de partidos, caciquismo y corrupción que ya hundió la Segunda Restauración. ” Con una izquierda en el exilio, en la cárcel o en torno al Partido Comunista, “el partido gubernamental recurrió a una ley electoral muy injusta con los partidos de ámbito nacional que quedasen en tercer y sucesivos lugares; de hecho se implantó un bipartidismo que en algunos aspectos recuerda al que operó en la Segunda Restauración”. Según Sotelo estamos al final de un ciclo (no dice lo que vendrá después) porque “desde hace más de un decenio los hijos, y sobre todo los nietos, de la generación que hizo la Transición han hecho público su desacuerdo con el Régimen”.

Espero que en un próximo artículo el profesor Sotelo nos cuente cómo podría ser ese nuevo ciclo político. Uno tiene la sospecha de que si las cosas siguen por este camino vamos hacia una italianización de la política española y canaria. La crisis de los partidos y de los políticos puede abrir paso a un nuevo Berlusconi (ahora que paradójicamente Berlusconi cae en Italia), a un populista que se aproveche de la ignorancia, de la visión cada vez menos crítica de la sociedad, de la desesperación de importantes sectores sociales que necesitan un populachero que nos venda el paraíso. Uno de los mayores peligros del bipartidismo esa visión cerrada: sólo puedes elegir entre Guatemala y Guatepeor, esto es lo que hay.

En un sistema económico que se desmorona, en el que se recortan los derechos y libertades, la política ha quedado reducida a dos siglas que nos proponen más de lo mismo o peor de lo mismo. Ya no existe esa militancia crítica, los partidos tienen hinchas como el Madrid o el Barça que esperan en la puerta de su estadio a sus estrellas para gritarles “presidente, presidente”. La gran patronal y la banca darán la bienvenida a Rajoy con la misma tranquilidad con que recibieron la alternancia inesperada de ZP. Al final tendrán abiertas las puertas de la Moncloa cuando lo necesiten. Pero ¿qué pinta La Moncloa en las grandes decisiones? Pues no pinta nada al lado del Banco Central Europeo, el FMI o el G-20. ¿Democracia? Que vayan a Grecia a preguntar por el origen de esa palabreja.

PD: Aviso que, a pesar de lo escrito, un servidor irá a votar el 20-N, y creo que hay más razones que nunca para seguir participando políticamente desde todos los ámbitos sociales posibles.

Juan García Luján

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