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Rajoy III: el regreso
Ha sido el periodista y escritor Graciano Palomo ?que va a sorprender en breve a sus numerosos lectores con un nuevo libro-bomba sobre las bambalinas de la derecha? el primero que ha echado las cuentas: Rajoy necesita ganar 250.000 sufragios cada año para vencer al PSOE en 2012, y el problema es que el 9-M obtuvo “hasta el último voto arrebañado, desde Finisterre a Machichaco”, o por mejor decir, Orchilla. Porque lo que no está transcendiendo a la prensa es que la crisis que vive el PP en Canarias (en Fuerteventura con Arroyo, en Gran Canaria larvadamente con Larry y los demás defenestrados y en otras islas como Tenerife y Lanzarote solapadamente) es la misma que ya está comenzando a resentir las costuras de otros lares: en Baleares el caso Santos (el concejal homófobo que resultó ser gay, dilapidador de fondos públicos y hombre de confianza de Jaume Matas) ha desatado una pugna abierta por la maltrecha herencia entre Carlos Delgado y Pere Rotger, apodado el Gallardón catalanista, mientras que en Asturias será Alicia Castro ?la gran mimada de la derecha financiera- la que se enfrente al eterno Ovidio Sánchez, tras la renuncia al acta de diputado de Gabino de Lorenzo.
En Extremadura es su líder, Carlos Floriano, flamante diputado al Congreso, el que ha pedido una renovación y una apuesta en favor “de la España plural”, frente a los ex alcaldes Pedro Acedo y José Luis Díaz, que representan el “ala dura” y más vetusta del partido. En Cataluña, la diputada Monserrat Nebrera ha parafraseado a Felipe González y ha llamado a Aznar “jarrón chino”, reclamando una reestructuración del PP, mientras que en el País Vasco el pulso entre María San Gil (San Sebastián) y Alfonso Basagoiti (Bilbao) transciende cada vez más la esfera exclusivamente privada. Y para colmo, en Navarra UPN quiere ir esta vez por libre y diferenciarse del Grupo Popular en esta legislatura.
No es bueno para una democracia que el principal partido de la oposición, cuyos votantes han respondido tan disciplinadamente, se cuartee por su incapacidad para renovarse y por eso cala la idea entre la militancia de que con don Mariano “no ganamos ni al parchís”. Yo coincido en que si la derecha fuera inteligente ?y ha dado abundantes pruebas de ello durante la Transición? estaría urdiendo la manera de quitarse de enmedio a Rajoy III y propiciaría con timbales, castañuelas y alfombras rojas ?eso lo hace de maravilla? el regreso de Rodrigo Rato. Porque don Mariano no solo no gana, sino que desalienta a las bases (que se cansarán de esperar hasta el 2016) y si su cabezonería y egoísmo le llevan a insistir en su contumacia, no sólo romperá el partido por desánimo (como ya ocurre en tantos sitios), sino que propiciará la primera de las mayorías absolutas de Zapatero.
Federico Utrera
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