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La situación de los agricultores canarios y el COVID-19

Fernando Alemán

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Queda más que claro el porqué de la importancia del sector primario en unas islas como las nuestras. Queda más que claro que tenemos que ser muy estrictos y claros con lo que nos entra para comer y nuestra dependencia del exterior sin lugar a dudas, en momentos de crisis como esta del COVID-19 cuanto echamos de menos una soberanía alimentaria eficaz que nos permita asegurar como mínimo un 40 o 50% las necesidades de la población. Pero por desgracia no es así, el modelo económico que tenemos hasta ahora ha sido más un negociete para unos pocos que las realidades de nuestro hábitat isleño.

El cemento y su proyección ha supuesto muchos errores en cuanto a la planificación, funcionamiento y calidad de vida para nuestros conciudadanos. Y muchos dirán que no es verdad y puede que tengan razón, pero eso hay que demostrarlo con valoraciones no sólo económicas. Al sector primario no se le puede valorar sólo con lo que aporta al PIB, eso sería un error de bulto en el que los economistas suelen incurrir un día sí y el otro también.

El sector agrario es el motor por lo que todo lo demás funciona, y es que hasta ahora, si cualquier ser vivo deja de comer se muere, pero además, si se alimenta mal y padece desnutrición, las enfermedades terminarán con esa persona y con un coste económico importante para la sociedad. Pero es que también en la lucha contra el cambio climático, si el sector primario abandona su profesión también nos va a influir a todos. Por consiguiente, al sector primario en nuestra comunidad debería habérsele mimado mucho y bien, cosa que por desgracia no ha sido así.

Ahora el COVID-19 nos da en la cara con toda su rotunda realidad, y nos dice que el abandono del sector nos puede costar muy caro, que lo necesitamos como agua de mayo, que tenemos que comer varias veces al día, y que una buena parte de nuestros congéneres se preocupa y mucho por todos nosotros y madruga para hacer los deberes de lo que mejor saben, producir comida sana y cercana para nosotros.

Pero, malditos peros, resulta que no hay turismo y los intermediarios que le vendían a los hoteles bares y restaurantes, listos ellos, les han vendido lo que el turismo no consume, a las grandes superficies, y el producto local se tiene que tirar porque no tiene salida, así de simple y así de duro. Y eso es una catástrofe añadida a la crisis actual sanitaria, y a la crisis del sector, ya de por sí crítica, añadimos una carga más, hay un dicho muy viejo en la agricultura que dice “mucha carga en burro flaco, dicen los guirres ya es mío”.

Y a todas estas las administraciones te dicen, te hablan de la soberanía alimentaria todos los días, y de lo mucho que se hace para eso, y los agricultores se preguntan y con razón, ¿dónde se hace?, ¿cuándo se hace? y ¿cómo se hace, que ellos no lo ven? Y ya no lloran ni se lamentan, hacen lo que pueden, pero lo más que hacen es dejar de creer en los despachos, el sector no cree en las ayudas, cree en los hechos, y en estos momentos los hechos son muy tozudos y de claridad meridiana, y es que sus producciones empiezan a ser comida para el ganado y la ruina para los suyos.

Hace dos días un agricultor le regaló a un ganadero 3.000 kilos de papas, y si los administradores de los despachos se acercan a los mercados verán con exactitud la situación real, no se trata de preguntarles a las organizaciones agrarias cómo está el sector, se trata de tomar decisiones para ayer, la próxima semana será muy tarde, no pueden olvidar las administraciones que los productos son perecederos, y que como tales, caducan pronto.

Las administraciones tienen un serio y rápido problema que solucionar en nuestras islas, y queda claro que la distancia más corta entre dos puntos es la línea recta, por consiguiente la solución no debería dejarse en manos de eruditos o técnicos, que son muy buenos y no lo dudo, la solución es política y urgente, la necesidad lo requiere. es un deber, no es ni caridad ni se quieren ayudas, se quieren soluciones, y la solución es comprar y pagar con urgencia la producción local para que nuestros agricultores puedan seguir haciendo lo que mejor saben, producir nuestra comida más cercana y de mejor calidad.

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