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Tasa ecológica y cambio climático

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Debido a nuestra insularidad y lejanía la mayor parte de los turistas que nos visitan usan el avión para trasladarse desde sus lugares de origen a Canarias. Hablamos de 15 millones de turistas al año. Y el uso del avión en la actividad turística canaria es tan intenso que la quema de un combustible tan contaminante como el queroseno por parte de los aviones, puede alcanzar el 6% de las emisiones de gases de efecto invernadero, si las encuadráramos en las emisiones de las islas, aunque como sabemos, el calentamiento global es un fenómeno a nivel de todo el planeta.

Cada cierto tiempo, en el archipiélago sufrimos crisis cíclicas de la actividad turística. La mayor parte de las veces estas crisis forman parte de la normalidad del sistema económico en que vivimos, que tendrá sus ventajas, pero la estabilidad no es una de ellas. Tenemos tan interiorizadas estas crisis continuas, que una vez superadas, pese al sufrimiento que provocan, nos olvidamos rápidamente de que las hemos pasado. Pues bien, a estas oscilaciones se le suma ahora otra amenaza, que es la que se deriva de una medida que intentan implementar ahora las autoridades europeas y nacionales para afrontar el calentamiento global, la tasa ecológica sobre el transporte aéreo.

No estamos de acuerdo, ni mucho menos, con todas las medidas que se plantean desde la Comisión europea en la lucha contra el cambio climático, en muchas de ellas se refleja la presión de los lobbies energéticos, para frenar el avance de las renovables. Por ejemplo, conviene no olvidar la etiquetación del gas natural como energía verde, o la consagración de una forma de calcular el precio de la luz eléctrica, las subastas marginales,  que nos convierte a todos los ciudadanos europeos en damnificados frente a los privilegios de las grandes compañías eléctricas. Sin embargo, con la implantación de esta tasa sobre los vuelos, más allá que lo que nos pueda afectar directamente a Canarias, la Comisión europea vuelve a recordarnos, paradójicamente, el porqué es considerada una de las instancias a nivel mundial más avanzadas en la lucha contra el calentamiento global.

Evitar la quema de queroseno de procedencia fósil, por parte de los aviones,  es prioritario en esta batalla urgente contra el calentamiento global. El objetivo del gravamen, según señala el documento enviado por el Gobierno de España a Bruselas, es «el fomento del uso de medios de transporte más sostenibles y respetuosos con el medio ambiente», así como incentivar «la exploración de nuevas tecnologías y carburantes menos contaminantes». No podríamos estar más de acuerdo con este planteamiento

Pero por otro lado, no se nos esconde la dependencia de nuestra economía de la actividad turística. Actualmente sería muy complicado renunciar a esas entradas de rentas del exterior, que provienen de nuestros visitantes de la Península y de otros países. Aunque tampoco conviene olvidar cuantas veces hemos hablado de la necesidad de diversificar nuestro modelo productivo, y disminuir el peso relativo del sector turístico, sin llegar nunca a ninguna concreción.

Si bien no sorprende la oposición en contra de la tasa desde el principio de los empresarios turísticos, pues, por su papel en la actividad económica, son la instancia que más rápidamente detecta cualquier elemento que pueda amenazar un estado de cosas favorable a su sector, en el caso del gobierno canario sorprende como, a la primera, olvida rápidamente su supuesto firme compromiso con el medio ambiente, al pretender obstaculizar una medida como ésta, limitando su respuesta a una compensación, a todas luces insuficiente, de crear sumideros de CO2 tales como reforestaciones. Para ponerse la etiqueta de gobierno medioambientalista en los tiempos que corren, no basta con desarrollar una tupida red de normativas sobre el medio ambiente y unas estrategias detalladas de cómo llevar a cabo la transición, y prometer un adelanto al 2040 en los plazos de la descarbonización. Hace falta algo más. 

La postura del Gobierno canario al exigir la excepcionalidad en la aplicación de la tasa  nos parece estática y evasiva. Ante esta postura, defendemos que en lugar de pedir la  exención de esta tasa para Canarias, que se solicite a la Comisión europea un APLAZAMIENTO CON CONDICIONES, es decir, establecer un COMPAS DE ESPERA EN SU APLICACIÓN, y que este aplazamiento esté SUJETO A UNAS CONDICIONES DINÁMICAS QUE PERSIGAN EL MISMO OBJETIVO QUE PERSIGUE LA TASA ECOLÓGICA de lograr medios de medios de transporte sostenibles y carburantes menos dañinos con el medio ambiente.

Tenemos claro que el funcionamiento futuro de los aviones tiene que ser con combustibles sintéticos no contaminantes, y para su fabricación, necesitamos hidrogeno verde. Para lograr este elemento en Canarias tendremos que disponer de una potencia de renovables instalada que nos permita un excedente sobre las necesidades del suministro. Y esto coincide con nuestras aspiraciones de llevar a cabo una TRANSICION ACELERADA.

El compromiso debería traducirse en algo más que la creación de sumideros de CO2. Como mínimo debería presentar un cronograma más detallado que lo que se indica en las actuales estrategias, con hitos concretos y definidos, y con indicadores cuantificables de seguimiento anual que nos garantice una penetración de renovables óptima, para la descarbonización del sector eléctrico y que además,  nos asegure  una producción de hidrógeno suficiente para descarbonizar otros sectores como es el caso del tráfico aéreo.

La contrapartida para conseguir un aplazamiento de la tasa aérea, no sólo debe de ser creíble para con los demás, sino honesta con nosotros mismos, en la lucha contra el cambio climático.

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