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Domingo por la mañana

José Naranjo / José Naranjo

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De repente, entra un empresario blanco. “Necesito alguien”, dice. Me dirige una ojeada fugaz que revela sorpresa, pero sigue a lo suyo. Mientras, los africanos se miran con un gesto de duda. “Es para una hora. Hay que recoger un material allí, en la finca”. Uno de los chicos, un senegalés alto y fuerte llamado Djibril, se levanta de la cama, asiente con la cabeza y responde. “Voy a cambiarme”. “Vale, date prisa, te espero fuera”, añade el empresario. Lo miro mientras se calza un mono azul sobre la ropa con la que había dormido. Él me mira y sonríe. “Es lo que hay”, dice.

Pasada una hora larga, regresa. Está contento. Cuando menos se lo esperaba, en un día en que no suele haber trabajo, se ha ganado cinco euros. Cinco euros por una hora de faena. No está mal. Si trabajara durante ocho horas al día los cinco días de la semana ganaría 800 euros al mes. Y quizás así pudiera alquilarse una habitación para él solo en un piso con calefacción y no pasarse todo el día tiritando dentro de la casa junto a sus cinco compañeros de infortunio.

Sin embargo, rara es la semana en que cada uno de ellos logra trabajar diez horas seguidas, con lo cual no ganan ni 200 al mes. Con esta exigua renta, Djibril y sus amigos sin papeles compran la comida, pagan sus gastos cotidianos y, además, envían dinero a sus familiares para que desde allá no les acusen de insolidarios y de haberse convertido en negros olvidadizos que ya no se acuerdan de los suyos.

En los campos de frutales de la próspera Lleida casi todo se detiene durante el invierno. Hace demasiado frío. Los manzanos y los melocotoneros se suceden en regular alternancia a ambos márgenes de la carretera como un ejército desnudo. Los negros con suerte se van a Jaén, a la campaña de la aceituna, o al plástico almeriense a probar fortuna. Al menos allí no hará tanto frío. Otros, sin embargo, esperan y esperan largas horas cada día en los cruces de los caminos o dentro de las casas, helados, a que un empresario providencial les tire unas migajas de trabajo.

http://pepenaranjo.blogspot.com

José Naranjo

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