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Espacio de opinión de Canarias Ahora

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Eduardo Serradilla

El pasado verano, nada más llegar a España, me topé con un anuncio que me demostró, con una sola imagen, la razón por la que dejé de trabajar en publicidad –y no porque mi madre se enterara de que NO era pianista en un burdel-.

Dicho anuncio versaba sobre el orgullo patrio que los españoles debíamos sentir por vivir en un país con el mayor número de bares por metro cuadrado -y habitante- del mundo mundial. Ante tal noticia debí caer en la cuenta de lo equivocado que estaba, pues yo me siento orgulloso por vivir en un país donde se da más importancia a la educación, la cultura, los servicios sociales, la sanidad o el bienestar de la sociedad en general.

Siempre he sido muy obstinado sobre algunos temas y, además, nunca me han gustado los bares, terrazas, merenderos, chiringuitos o similares. Prefiero una biblioteca, un museo, un teatro o un cine antes que malgastar mi tiempo y mi dinero en la barra de un bar.

El caso es que, tras las arcadas iniciales y mis impulsos de arrancar el anuncio y tirarlo al primer contendor de basura que encontrara –parece ser que, cuando uno necesita encontrase con Bruce Banner, éste nunca aparece- asumí que, con eslóganes así, no es de extrañar que nuestro país esté sumido en la crisis que está. Valorar la riqueza de un país por el número de bares es tan demencial como potenciar TODA la imagen del mismo lugar sobre la ya no invicta selección futbolera nacional.

Está claro que quienes idearon el eslogan “marca España” se olvidaron del mundo real en el que vivíamos. Ellos viven en una realidad alternativa, muy del gusto del régimen dictatorial de antaño, pero que nada tiene que ver con el actual siglo XXI. De ahí que se sigan potenciando los mismos “topicazos”, castizos, casposos y de la España “Cañi” de siempre y se olviden de bondades que, aunque escondidas, están ahí para quien quiera verlas.

Sea como fuere, la realidad está marcando una hoja de ruta bien distinta y, por mucho que me moleste, por decirlo de una forma educada, al final, quienes idearon tan nauseabundo anuncio + eslogan, van a tener razón. ¿Por?... Pues por una razón muy simple. Piensen, si no, los efectos que sobre nuestra sociedad actual está ejerciendo la actual crisis. Cada día queda más lejos aquel sueño de la “clase media”, tolerada y casi auspiciada por el régimen franquista para que lograr el espejismo de una sociedad más igualitaria en medio de un régimen que solamente favorecía a las oligarquías. Con la firma de las letras para el Seat 600, los pisos de protección oficial y las vacaciones en Levante, en apartamentos que emulaban a las colmenas de las hacendosas abejas, el español medio se creyó el cuento de que en dictadura se vivía mejor y sin tanto control, aunque en realidad sí había.

Una vez llegó la democracia, las cosas fueron a más y los desarrapados y los descamisados pudieron acceder a préstamos que, antes, estaban reservados a quienes más tenían. También todo esto formaba parte de un plan para hipotecar a las familias españolas y, de paso, el futuro de varias generaciones. El dinero seguía estando en manos de las mismas personas, pero ahora las oligarquías no sólo controlaban los salarios, sino las hipotecas y, con ello, el techo sobre el que se cobijaban las personas.

Al estallar la burbuja, se acabaron los trabajos y los sueldos, mientras los dueños de capital empezaron a reclamar sus tierras, dejando en la calle a miles de familias que habían caído en el engaño de creer que, por una vez, la sociedad empezaba a ser más igualitaria y solidaria.

De seguir las cosas como están discurriendo, las desigualdades llegarán a un extremo tal que la GRAN mayoría de la sociedad solamente podrá aspirar a trabajos de miseria, soportando condiciones laborales que se creían abolidas desde hace décadas. El capital y sus tenedores, el 0,01% de la población mundial, está cada vez más nervioso y atrás quedan los días en lo que el “puño de hierro se envolvía en un guante de seda”, tal y como siempre decía M. Bison.

Ahora es la hora de devolver las cosas a su estado original y quienes menos tienen carguen con las responsabilidades de mantener su degenerada y promiscua sociedad, mientras las élites viven en sus torres de marfil dorado, cincelado con el trabajo de quienes nunca debieron olvidar cuál es su lugar. ¿Exagero? Puede que sí, pero me temo que sólo en mi prosa y no en la verdadera realidad de una sociedad que sigue gravando las rentas más bajas mientras que los que tienen cambian de país para no pagar impuestos y, simplemente, se refugian en uno de los muchos paraísos fiscales, autentica lacra de un mundo cada día más polarizado y desigual.

Ya les conté la cuchipanda que se celebró en el estado Vaticano, justo cuando el actual papado pelea por imponer todo lo contrario y que, por sí misma, sirve de botón de muestra para entender la deriva en la que está sumida nuestra sociedad actual.

Por todo ello, creo que deberíamos, o por lo menos, aquellos que no hemos sido bendecidos con pertenecer a una de las familias que forma parte del 0,01 % tenedoras de los dineros, practicar cómo se sirve una mesa, se recoge la basura o se limpian los retretes, porque, si las cosas continúan marchando en la dirección en la que van, los beneficios que pueda aportar la sociedad, sobre todo en formación, sanidad y bienestar social, serán patrimonio de unos pocos, pocos, pocos, habitantes del planeta. Y mientras, el resto, tal y como le sucede a la familia de Kadniss Everdeen, deberá pelear por los despojos y, en algunos casos, pagar con su vida los excesos de quienes nos verán como seres inferiores y sin ningún tipo de derechos, salvo el de sobrevivir.

¿Argumento de una película? Sí, por ejemplo, Purge: Anarchy, pero también realidad. ¿O acaso no han visto la cantidad de desahucios que se han llevado a cabo en lo que va de año, o el nivel de paro y de segregación que vive la sociedad española actual? ¿Y quién ha soportado sobre sus espaldas los recortes y la subida de impuestos? ¿Han sido las clases adineradas, o la que antaño se llamaba “clase media”?

¿Y la supuesta reforma educativa? ¿A quién beneficia y a quien perjudica? ¿Y la sanidad? ¿Acaso no están demoliendo la sanidad pública en favor de la elitista, restrictiva y costosa sanidad privada?

¿O es que acaso piensan que nuestra sociedad es ahora más igualitaria que hace diez años?... Si es así, por favor, vayan al oculista y, de paso, miren si tienen algún problema de circulación en las piernas. Cuando se sirven mesas, se pasa mucho tiempo de pie y, como reza el anuncio, si se quiere mantener tanto bar abierto, hace falta personal que lo atienda.

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