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G-20: Buenas intenciones, insuficientes avances (y 2)

Román Rodríguez / Román Rodrïguez

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Paraísos fiscales

Comparto la condena moral de los paraísos fiscales que realiza la declaración final y las amenazas de sanción contra los que no cooperen en intercambio de información fiscal, aunque reconozco que la lista publicada por la OCDE es de compromiso y no refleja fielmente la importancia de los territorios con opacidad bancaria. También valoro los limitados pasos dados hacia la regulación financiera internacional, creando un Consejo de Estabilidad Financiera, sucesor del Foro de Estabilidad Financiera, con más competencias para, en cooperación con el FMI, “alertar de los riesgos macroeconómicos y financieros y sobre las medidas para superarlos”. Y, eso sí, mantengo mi perpejlidad ante la absoluta impunidad de quienes han provocado el actual desaguisado.

En la balanza positiva incluyo, asimismo, las apelaciones a modificar el funcionamiento, competencias y gestión del FMI y del Banco Mundial para que reflejen los cambios en la economía mundial “y para que las economías emergentes y en vías de desarrollo tengan más voz y representación”. Me parece también relevante la declaración de intenciones contra el proteccionismo y a favor del comercio mundial, que cae por primera vez en 25 años. No obstante el compromiso de concluir la Ronda de Doha, en el marco de la Organización Mundial de Comercio antes de finalizar 2008, acordado en la anterior cumbre del G-20 de noviembre, se ha saldado con un fracaso.

Otro aspecto relevante de la cumbre ha sido el acuerdo de inyectar 1,1 billones de dólares de estímulo para la economía mundial para restaurar el crédito y el crecimiento económico. Se hará triplicando los recursos a disposición del FMI e incrementando los préstamos de los bancos multilaterales de desarrollo. Estos préstamos intentarán evitar el colapso de las economías más expuestas a la crisis financiera y mantener la financiación, ahora cerrada, a los países emergentes, para evitar que éstos también contraigan su crecimiento y se produzca en 2009 el temido decrecimiento del PIB mundial, lo cual no sucede desde la IIª Guerra Mundial. Por último, considero también positiva la declaración de “emprender una ampliación fiscal concertada y sin precedentes que para finales de año representará 5 billones de dólares”, y el mantenimiento de políticas de expansión monetaria durante el tiempo que sea necesario.

Aspectos negativos

Pero la cumbre del G-20 se salda también con numerosas insuficiencias y aspectos negativos. Entre ellos el escaso avance en la creación de organismos internacionales de supervisión y regulación del sector financiero mundial. Las resistencias se sitúan en EEUU y Reino Unido, fundamentalmente. Esta es, en mi opinión, la cuestión más trascendente: se ha generado un sistema financiero globalizado que ha entrado en crisis y, sin embargo, sólo se pueden dar respuestas desde el ámbito nacional. Es imprescindible crear reglas y órganos de regulación, supervisión y control del mismo ámbito global, internacionales.

Es también insuficiente el compromiso con la imperiosa reforma del FMI y del Banco Mundial y de los criterios empleados para la concesión de sus préstamos a países con problemas económicos. El enorme fracaso de su política de ajuste estructural en numerosos países obliga a un urgente replanteamiento del FMI así como la doble vara de medir que usa: rígida con los países pobres y comprensiva con los más ricos. Estos organismos deber ser reformados disminuyendo el peso que en ellos tienen EEUU y los países europeos a favor de los nuevos estados emergentes y en desarrollo.

Asimismo, no se establece ninguna medida concreta para luchar contra la pobreza y para alcanzar los Objetivos del Milenio de la ONU, a pesar de que la declaración final reafirma el compromiso con los mismos, con el cumplimiento de las ayudas al desarrollo y la condonación de la deuda. En una declaración que sostiene que una “crisis global requiere un solución global” y que reconoce “que la crisis actual tiene un impacto desproporcionado para los más vulnerables en los países más pobres”, nos parece moralmente inaceptable que no haya ninguna disposición concreta para atender a esos países pobres cuya aportación al PIB mundial, ciertamente, es escasa, pero donde viven más de 1.000 millones de personas. La pobreza va a registrar un trágico aumento en 2009, que se agravará especialmente en los países del África subsahariana.

Concluyo. La cumbre del G-20 de Londres ha establecido una hoja de ruta en la buena dirección para hacer frente a la crisis; pero muchas de las medidas apuntadas aún deben desarrollarse para poder evaluar su alcance y efectividad. Donde creo que menos se ha avanzado es en la nueva arquitectura de regulación y control del sistema financiero internacional y en la reforma y modernización del resto de organismos económicos internacionales existentes (FMI y Banco Mundial). También creo que se corre el peligro de abandonar a su suerte a los países pobres en la solución a esta crisis. Por último, considero que estamos asistiendo al nacimiento de instituciones multilaterales, como el propio G-20 ampliado que ejerce de mando operativo conjunto frente a la crisis mundial, y que se está dando carta de naturaleza a las nuevas potencias económicas emergentes en el futuro de la gobernanza global.

*Presidente de Nueva Canarias

Román Rodrïguez*

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