Esa adscripción, o tal vez adicción, del líder socialista a Madrid, injustificable si no se argumenta con el dedazo de Zapatero, tiene mala explicación aquí: nadie lo necesita en la capital del Reino, mientras que en Canarias se ha generado un ansia de cambio que él puede catalizar. Le bastaría con querer. Debe saber López Aguilar que son legión los hombres y mujeres en Canarias más capaces que él, pero la realidad ha conspirado para que sea él el elegido. La política se justifica como una ambición personal, pero no como un proyecto personal, y en eso se suele diferenciar el tamaño de la grandeza de cada uno de los que a eso se dedica. Zapatero culminará un congreso que acaso se cierre en falso porque Canarias es preterida por Juan Fernando. Harán bién las bases si demuestran que el Partido Socialista es más que un proyecto de personas y si exhiben ese excedente de conciencia que caracteriza a este partido centenario. Galdós se fué a Madrid a escribir una obra literaria monumental. López Aguilar en Madrid sólo será un fantasma que habitará Canarias durante un poco de tiempo. Después vendrá el olvido.