Vaya por delante que somos fervientes partidarios de explotar de mejor manera los valores turísticos de Las Palmas de Gran Canaria y el tremendo impulso que como estación de cruceros dio al Puerto de La Luz su penúltimo presidente, Javier Sánchez-Simón. Admiramos y respaldamos las iniciativas del concejal de Turismo, Pablo Barbero, de potenciar el parque de Santa Catalina como perfecta puerta de entrada a los turistas que llegan a través del muelle cercano, que se sientan bien acogidos, con información de calidad, con ofertas bien planteadas para que aprovechen sus horas en la isla y dejen sus dineritos. Pero como cualquier proyecto de envergadura, una iniciativa así necesita unas cuantas pensadas, una planificación inteligente que no conduzca a conocidas políticas cortoplacistas y de pandereta consistentes en arreglar la fachada y guardar toda la porquería en el patio de atrás. Para que Santa Catalina sea ese “parque temático” del que en desafortunada denominación habla el alcalde Cardona, es preciso rediseñar su utilización como espacio para grandes acontecimientos como el Carnaval, el Womad o el Festival de Teatro y Danza. Es decir, buscarles una ubicación. Pero no ponerse a pensar en voz alta.