Nadie pudo demostrar jamás científicamente que en los islotes de Alegranza y Montaña Clara anidara una especie en peligro de extinción, el Paíño Pechialbo. Pero esa fue la causa de que, durante los tres meses siguientes a la aprobación de la Ley de Espacios Naturales, se prohibiera a todo bicho viviente de dos patas pisar aquellos islotes, pertenecientes al Parque Natural del Archipiélago Chinijo. 24 años después, una demoledora sentencia de la Sala de lo Contencioso Administrativo del TSJC da la razón a los propietarios de esos dos islotes por habérseles privado de sus derechos durante tantos años, especialmente después de que, hace cinco, se aprobara el Plan Rector de Uso y Gestión del Chinijo. Sin embargo surgió una oportunidad para el entendimiento a través del consorcio del Área de Gestión Integrada, pero la aparición en escena de otro endemismo canario, un tal Domingo Berriel, todo se ha vuelto a poner en peligro. Les contamos.