Estaban esperando a Nacho González agazapados detrás de una tunera, y ya lo trincaron. Los dirigentes de Coalición Canaria están hartos del propietario y presidente del Centro Canario Nacionalista, pero no querían evidenciar de manera airada su cabreo por haberse entregado como lo hizo en brazos del Partido Popular en las pasadas elecciones de noviembre. Pero la reclamación formulada esta misma semana por González en el sentido de disolver la Policía Canaria ha sido la excusa perfecta para anunciar que se va a reunir cuanto antes a la dirección del grupo parlamentario nacionalista para proponer la expulsión del mismo de los dos diputados del CCN. A Nacho González no le va a sorprender tal decisión, no en vano viene provocándola desde hace tiempo para poder ejecutar a su estilo su plan: yo no me he ido, me han echado, así que, José Manuel, hazme un huequito al calorcito de la lumbre del poder. Está apañado, añadimos nosotros, porque el mismísimo ministro en persona, con el gesto torcido del descojono, asegura a los suyos que jamás permitirá el regreso del líder del CCN al partido que un día abandonó dando un portazo. Sus votos fueron valiosos para el reciente triunfo del PP, pero Roma no paga traidores, ya se sabe.