La desarticulación de la rama canaria del Clan Zemun ha sido un trabajo muy laborioso de la Justicia y de la Policía. Un trabajo sordo que no ha recibido ni siquiera el fogonazo de un flash. El Cuerpo Superior de Policía tenía previsto emitir una nota estos días con la frialdad acostumbrada, con el lenguaje policial habitualmente ajeno a la euforia que practica con tanta frivolidad el ministro que les dirige. El hallazgo de este clan mafioso fue hecho por la Policía en Canarias gracias a rutinas de comprobación en lugares nada aconsejables donde podían estarse dando cita personas que luego resultaron detenidas. Desde 2006 están abiertas algunas pesquisas policiales convertidas en diligencias judiciales en las que el instructor ha ido tirando de un hilo que dio finalmente con este clan. La investigación ha sido tan prolija que se ha remitido en ocasiones a viejas diligencias de principios de siglo, de los años 2002 y 2003, lo que ha permitido al magistrado colocar cada oveja con su pareja, cada actor con el papel que desempañaba en el clan. La investigación se intensificó en 2011, cuando comenzaron los pinchazos telefónicos y el descubrimiento de operaciones más enjundiosas. Es en febrero de 2012 cuando el capo de la banda, Luka Bojovic, cae en Valencia después de que uno de sus secuaces viajara desde Gran Canaria primero a Madrid y luego a la capital levantina. Todos daban por hecho que el instigador del asesinato del primer ministro serbio se encontraba en Suramérica o en un lugar ignoto, pero no en España. Pues bien, esa medalla, esa medalla fruto de tanta laboriosidad, se la colocó el ministro antes de que acabaran las operaciones, lo que significa que las puso en serio peligro. Ya se podrán imaginar lo contentos que están los policías artífices de este éxito.