Como nuestros lectores saben de sobra, la última perreta de don Pepito ha sido provocada por el fracaso cosechado por su empresa, Editorial Leoncio Rodríguez, en el reciente concurso de asignación de frecuencias de radio, donde no obtuvo ni una. Era lo que le faltaba, un insulto a su honor, a su grandeza nivariense, a la nobleza que hasta entonces inspiraba su insigne figura. Y así se lo recuerda el Diario de Avisos, que tampoco obtuvo frecuencia de radio en este concurso y, sin embargo, está teniendo que aguantar que don Pepito diga en sus editoriales que se ha vendido a Paulino Rivero por no se sabe qué favor. “Que no hayamos sido favorecidos en nuestros intereses empresariales no nos puede llevar a un ciego enfrentamiento exterminador del Gobierno. No ya porque sería miserable anteponer nuestras finanzas a nuestra prudencia, sino porque sería traicionar el contrato de independencia, respeto a la verdad y transparencia con nuestros lectores”, dice el editorial de este domingo en Diario de Avisos. Sin embargo, los insultos de don Pepito a su competidor y a sus directivos se vienen produciendo desde hace años, los mismos que lleva el editor de El Día perdiendo pleitos en los tribunales por su excesiva facilidad a dar rienda suelta a su lengua envenenada. Bien es cierto que los ataques han arreciado cuando el editorialista independentista ha empezado a verse solo y colgado de la brocha.