Es cierto que un discurso presidencial de estado de la nacionalidad no puede ser como una canción de Eurovisión. Y menos en la actual situación que se encuentra Canarias y este Gobierno, cuyos socios parlamentarios acaban de salir derrotados de sus segundas elecciones consecutivas y se enfrentan a un panorama político, económico y social auténticamente desolador. Por eso hay que perdonar a los fontaneros de presidencia que fueran incapaces de parir una pieza un poquito más colorista, que no provocara que a los 45 minutos gran parte de la peña periodística estuviera ya comentando el coñazo en la cafetería del Parlamento. No sirvieron de mucho, la verdad, la gran cantidad de frases para las galería que le escribieron, como eso de que “los verdaderos protagonistas” somos “los hombres y las mujeres de esta tierra”, o que este es un Gobierno que ha estado estos ocho meses “pegado a la gente”. No nos consta esa pejiguera, por fortuna. Casi mejor que corra el aire.