No cabía un alfiler en el Salón del Trono de la vieja Delegación del Gobierno en Las Palmas de Gran Canaria. Nadie quiso perderse la toma de posesión de la primera mujer que ocupa ese cargo, lo que provocó, además de los consabidos sofocos, algún que otro incidente protocolario, tan habituales en el medio urbano y natural en el que nos movemos. Urge un jefe de protocolo en la casa, vacío que otorgó protagonismo al ex de Pepa Luzardo en esos menesteres, Ángel García, siempre tan atento a los cargos y cargas del PP. Se le notó cuando llegó -tarde y sofocada- Cristinita Tavío, a la que colocó de modo diligente y sin recato en la primera línea de fuego, codazos mediante.