El amor por el arte del ministro Álvarez-Cascos ha enturbiado muchas cosas, y va camino de enturbiar unas cuantas más antes de que acabe la legislatura, ya verán. Les decíamos ayer que en el caso de la Circunvalación de Las Palmas de Gran Canaria había habido otras relaciones de pareja en torno a la compra de las esculturas. Y no mentimos: la esposa del director de la obra, la galerista Saro León, participó en la compra de esculturas. También dijimos que no había habido pelotazo ni habíamos encontrado ninguna ilegalidad, pero criticamos (y lo seguiremos haciendo) que en la comisión técnica que decidía estas cosas estuviera el ingeniero Maya, consorte de la galerista. Más que nada por estética. Un escultor nos llamó ayer para asegurarnos que no sólo no hubo pasteleo en esas adquisiciones artísticas, sino que gracias a la intervención de Saro León se consiguieron obras de insignes artistas, como Miquel Navarro, a un precio verdaderamente irrisorio. La galerista se limitó a interceder para conseguir lo mejor para su tierra y sin cobrar comisión alguna. Lo asegura uno de los interesados y debemos creerle. Pero mantenemos lo dicho: el numerito de la alcaldesa para con Chirino y la Marlborough ha sido inútil, estéril e hipócrita, y si pusimos el ejemplo anterior fue para ilustrar nuestras apreciaciones.