Lo que proponemos es una detención preventiva, ejecutada con el único fin de evitar a los españoles el peligro que pueda suponer que algún día de imposible concreción el portavoz de Justicia del PP pueda cometer algún delito. Tampoco sabemos qué delito, la verdad sea dicha, pero es preferible prevenir que curar. La detención habría de ordenarla el Gobierno, por supuesto, dado que es del Gobierno de quien dependen los cuerpos y fuerzas de seguridad del Estado, para lo cual primero ordenaría una discreta vigilancia del ex ministro de Defensa y ex presidente del Congreso, de modo que el sujeto a detener no esté prevenido y pueda así delinquir libremente, aunque, bien pensado, si estamos hablando de una detención preventiva, ¿qué más da si delinque o va a misa? Se le detiene y punto. No ha de notificarse la operación de detención preventiva a ningún órgano judicial, ni solicitar suplicatorio alguno al Congreso de los Diputados, ni comunicar nada al presidente de su partido, al que se podría detener ?también preventivamente- en una segunda fase de la operación. ¿Por qué delito? Ya veremos, pero podríamos empezar por el de apología del delito de detención ilegal. O así.