En Aena no paran de producirse consultas de la más variada procedencia y alcance. Preguntando por el vuelo del 30 de julio supimos que el pasado sábado, cuatro días antes del accidente de Barajas, un avión de la compañía que cubría la ruta Barcelona-Lanzarote se tuvo que desviar a Gran Canaria para reparar uno de sus motores. La razón que arguyó la aerolínea fue que la pieza necesaria para esa reparación la tenía en Gran Canaria y, de no haber desviado el vuelo, hubiera tenido que trasladar el aparato en vacío desde Lanzarote antes de regresar a esa isla para hacer el salto de regreso a la Península. Probablemente todo esto sea normal, pero también es normal que ahora este trasiego de incidentes y de averías sea noticia.