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El blog de Carlos Sosa, director de Canarias Ahora

Mucho espabilado es lo que hay

Lucas Bravo de Laguna posa durante las obras del Gran Canaria Arena, su oasis particular.

Nos escribe, vía WathsApp, que debe ser el nuevo conducto oficial para aplicar el derecho de rectificación, el consejero de Deportes del Cabildo de Gran Canaria, Lucas Bravo de Laguna, para desmentir que él se hubiera reído de los periodistas en la ya famosa rueda de prensa de su padre, José Miguel Bravo de Laguna, y de casi todo el grupo de gobierno celebrada el jueves pasado para presentar el BIC del Oasis de Maspalomas. “Yo fui de los pocos consejeros que ni me reí ni nada en la rueda de prensa del otro día, pero tu obsesión hacia mi persona parece no tiene límite”, viene a afirmar literalmente en uno de los pasajes del mensaje electrónico. “Te desprestigias tú solo afirmando cosas que no son. Jamás entenderé tu manera de hacer periodismo y menos de atacar a quien no lo merece”, se puede leer en otro pasaje de lo que vamos a tomarnos como una rectificación formal. Como comprenderán, no disponemos de mucho tiempo para discutir al señor consejero si se rió, si lloró o si sacó las castañuelas para celebrar las ocurrencias de su padre al responder a los periodistas. Ni estaba toda la redacción de Canarias Ahora presente en el acontecimiento. Sí había un periodista nuestro, y unos cuantos más de otros medios, y nos bastan sus versiones para afirmar lo que afirmamos: que se lo pasó pipa. Algo que desde luego a nadie debe sorprender porque su manera de actuar en acontecimientos públicos (incluidos los plenos de Santa Brígida, cuando era su alcalde, o aún todavía en los del Cabildo) se cuentan por burlas a la oposición y continuas gesticulaciones de persona maleducada. Pero como somos respetuosos con las versiones que cada cual quiere expresar, ahí queda la suya: Lucas Bravo ni se rió ni aplaudió, es más, “fue de los pocos que no lo hizo”, lo que desde luego no deja en muy buen lugar al resto de la hinchada pepera.

El espabilado que registró Gran Canaria Arena

Dice el señor Bravo de Laguna Jr. que atacamos “a quien no lo merece”, lo que nos conduce a tener con él otro motivo para la discrepancia. Ejercemos, como es nuestra obligación, la crítica política a todos los cargos públicos que ocupan puestos de responsabilidad, y el suyo está sometido al mismo escrutinio que todos los demás, estaría bueno. Su gestión al frente de la Consejería de Deportes del Cabildo grancanario pasará a la historia como la más propagandística de todas, con aciertos y errores, y con más sombras que luces que algún día terminarán por aclararse. En el pabellón multiusos de Siete Palmas, adjudicado por la Corporación anterior pero rematada por la suya, hay mucha oscuridad, demasiadas dudas que no se pueden publicar porque a estas alturas todavía están en el capítulo de las investigaciones periodísticas. No han quedado aclarados del todo los incrementos presupuestarios sufridos por la obra, ni los capítulos en los que se aplicarán para que contablemente todo parezca cuadrar. Ni la intervención ante las contratas de Lucas Bravo y de Carlos Sánchez. Ni parece de recibo lo ocurrido con el videomarcador, cuya espectacularidad de momento le permite el aplauso del público en lo que se dilucidan sus pormenores y sus negociaciones. O si hubo que pagar o no a un ciudadano, de nombre José María Santana, con el que el Cabildo tuvo que negociar porque, entretenidos como andaban todos con las obras, se olvidaron de registrar la marca Gran Canaria Arena. El tal José María, que presume de ser amigo del jefe de obras, ha presumido constantemente de haberle asesorado en la elección del polémico videomarcador y de haber registrado el Gran Canaria Arena para pedir medio millón de euros al Cabildo. La Corporación se opuso en el trámite administrativo correspondiente y negoció con el espabilado, al que aseguran haber compensado solamente invitándolo al acto inaugural al que acudió Rajoy. También terminaremos algún día enterándonos de los detalles reales de esa componenda.

Otro espabilado, y en Justicia

El otro espabilado del día lo encontramos en la Consejería de Justicia del Gobierno canario. Se trata del histórico Joaquín García, jefe del servicio de contratación, al que el Tribunal Superior de Justicia acaba de afear un contrato a dedo marca de la casa, el del mobiliario para la nueva Ciudad de la Justicia. Adjudicado en más de medio millón de euros en 2008 por la vía de urgencia y alegando como motivo la ampliación de contrato al histórico suministrador, delata una constante permitida desde tiempos inmemoriales (en este caso bajo el mandato del ex consejero José Miguel Ruano) hasta que a los demás competidores se les ha llenado la cachimba. Alegar urgencia en 2008 cuando los nuevos juzgados se abrieron en 2014 le rechina a cualquiera, y también le ha rechinado a la Justicia; alegar que se intentaba mantener una misma línea de diseño y funcionalidad de los muebles resultó otra tomadura de pelo que el tribunal no dejó pasar. Y, por último, dejar pasar esta significaría que, para siempre, cualquier nuevo suministro habría de pasar por el mismo proveedor. No es que la cosa cante, es que produce un pestazo que tira para atrás. No será, por desgracia, la única adjudicación bajo sospecha que tengan que aclarar los tribunales porque por la misma vía del dedazo, García ha conseguido que hasta los nuevos armarios de las oficinas de Justicia en Canarias tengan que ser los que suministre ese proveedor que ha cambiado de modelos al quebrar su anterior fabricante. Los nuevos, que no son los que aparecían en el pliego original, pasan a ser “mejoras” para el responsable de suministros, con lo que eternizaría de nuevo a su amueblador de cabecera. También los armarios están en manos de la Justicia, a ver qué dice.

Noticia sobre la enigmática dama del Bahía Real

Nuestro último o última espabilado o espabilada del día nos traslada hasta el municipio majorero de La Oliva, donde sienta sus reales el hotel Bahía Real, valga la redundancia. Seguimos con nuestras indagaciones acerca de la identidad de la persona o personas que pernoctaron allí las noches del 29 y 30 de mayo de 2010 coincidiendo con el Baile de Taifas de Puerto del Rosario y la presencia en la isla de José Manuel Soria, hoy ministro de Industria, Energía y Turismo. Ya sabemos quién hizo la reserva de aquella habitación, y no es un personaje público, ni un asesor, ni un mandado del Patronato de Turismo de Fuerteventura cuando estaba a cargo de Águeda Montelongo. La señora que hace la reserva, cuya identidad completa vamos a obviar, se apellida Bautista y vive en el polígono de Jinámar, en Gran Canaria. Es la esposa del eterno jefe de prensa del PP y hombre de la máxima confianza de Soria, Juan Santana. No podemos confirmar que ella haya sido la huésped que utilizó la habitación esas dos noches, ni que en tan lujoso establecimiento estuviera acompañada por su señor esposo. Y no podemos porque al llegar la factura al Patronato de Turismo alguien cambia los nombres de los clientes por el de una persona desconocida (al menos para nosotros), Yolanda Salvaterra. La factura, contrariamente a lo que creíamos, no se llegó a pagar porque antes de que eso ocurriera, es el hotel el que la reclama alegando que se había cometido un error. El Patronato devuelve la factura y ahí le perdemos por completo la pista. Por el momento. Seguimos, por consiguiente, preguntándonos por qué el hotel remite la factura al Patronato, si fue un error o un patrón habitual; ¿quién utilizó la habitación?; ¿finalmente se pagó?, y sobre todo, ¿por qué en el Patronato de Turismo cambian los nombres del modo que se hizo con los demás ilustres invitados venidos de la Península justo el mes anterior? ¿Querían tapar al matrimonio Santana-Bautista o eran otros los beneficiarios de aquella reserva?

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