El fiscal pidió la absolución

Nadie identificaba a nadie en tan sentidas rimas, y ni siquiera en la fotografía que Expedito guarda en su teléfono móvil se delata al propietario de la raja, salvo que no fuera esa la primera vez que circulaba por los móviles de los taxistas de la capital grancanaria tan inspiradora panorámica. Pero Paco el Cebollero se dio por aludido y, al recibir en su terminal la décima del denunciante de los floteros, hizo aquella llamada, ya relatada aquí, que le condujo finalmente a la condena. Tras las amenazas y los insultos, Expedito, que es de los que no se callan ni debajo del agua, divulgó estos otros versos:

La bestia despertó

porque su fotografía

me inspiró la picardía

y una décima salió.

Con gritos me amenazó

entre insultos lujuriosos.

Mis oídos jubilosos

hacen versos muy certeros

pues los presuntos floteros

se están poniendo nerviosos.

Pues bien, con estos antecedentes, la cosa llegó a los juzgados de Granadera Canaria, concretamente a Instrucción 4, que celebró juicio de faltas el pasado 30 de abril sin la presencia del denunciado. Pero tras detectarse que no fue rebeldía sino defectuosa notificación, se repitió vista oral este lunes, con condena al dueño de la raja. Condena, por cierto, fruto de que el denunciante, Expedito Suárez, mantuvo su acusación, porque el fiscal, Miguel Pallarés, no vio causa alguna para pedir pena por las amenazas proferidas, alegando que al fin y al cabo fueron producto de una provocación. Lo que viene a significar que ante una provocación, lo más ajustado a Derecho, según la Fiscalía, es coger el teléfono y llenar de insultos y amenazas al que te haya provocado. Edificante sí que es, ¿verdad? No queremos imaginarnos que el Ministerio Público se vaya a rajar de igual forma ante el escándalo de fondo de los floteros alegando que actuaron en contra del reglamento municipal, de las leyes tributarias y de los derechos de los trabajadores porque alguien muy malvado los provocó.