Debió tropezar don Guillermo la noche de autos con algunos policías conocedores de su profesión y nada temerosos de las amenazas o las insinuaciones más perversas que es capaz de desplegar un padre con mando en plaza y en estado de sospecha instrínseca. Efectivamente, Guillermo Reyes empezó subidito a la parra, como él sabe hacer, y terminó con lo más socorrido de su repertorio, la lagrimita fácil, el colegueo con los agentes. Coño, miren a ver, que por una gamberrada de este muchacho me van a joder la campaña electoral. Por cierto, ¿es este muchachito el que Soria enchufó en el polígono de Arinaga para dar más lustre y esplendor a su pacto con AFV-Ciuca o ése es el otro? ¿Volveremos a ver episodios paterno filiales tan conmovedores antes del 27 de mayo? ¿Ya se sabe quién mató a los tres perros de la denunciante inicial de la Operación Faycán?