A Alfredo Pérez Rubalcaba le bastaría con que se retrasaran las elecciones generales a marzo, como estaban previstas inicialmente. Se ahorraría un montón de esfuerzo porque el trabajo se lo harían algunos líderes y lideresas del PP del mismo modo que Zapatero ha hecho el trabajo a Mariano Rajoy estos últimos tres años. Basta con que personajes como González Pons, Cospedal o Esperanza Aguirre saquen la lengua a paseo y actúen en coherencia para que el personal se percate con meridiana exactitud en qué consiste salir de Guatemala para entrar en Guatepeor. Este lunes le tocó a una de nuestras musas, la lideresa de Madrid, Esperanza Aguirre, que a su salida de un encuentro con el Rey proclamó al mundo que ya está bien de que con sus impuestos estemos pagando el colegio a tanto chiquillo desagradecido. Tardó menos en sincerarse que en armarse un escándalo nacional, porque a tan certera descripción de su programa añadió una nada velada insinuación sobre el copago sanitario. Luego matizó, claro, y donde había dicho educación dijo que quería decir formación de postgrado, es decir, master y esas cosas. Como el que está haciendo en Harvard su amigo José Manuel Soria con una beca pagada al 50% por los ministerios de Hacienda y de Industria. Una bobería, vamos, pero a ver si por lo menos se coordinan un poco para no dar tanto que hablar.