Y del patriarca de los Bravo de Laguna pasamos a su aventajado hijo, Lucas Bravo de Laguna Cabrera, que sigue los pasos de su progenitor de una manera ciertamente aplicada. Ya les estamos contando aquí estos días cómo el presidente del Cabildo ha liberado a su hijo con sueldo de 60.000 euros en uno más de sus ya acostumbrados incumplimientos de la palabra dada, lo que nos ha hecho sospechar que la intención del Niño Bravo es abandonar muy pronto el Ayuntamiento de Santa Brígida para dedicarse en cuerpo y alma a suceder a su padre al frente de la primera Corporación insular, y si se tercia, ambos cogiditos de la mano, acceder a la presidencia del PP regional una vez José Manuel Soria siente sus reales en la capital del Reino, allí, muy cerquita de su amigo Miguel Zerolo. Miren por donde toda esta estratagema de la familia Bravo va a significar que el menor de la saga pueda cumplir una de sus promesas electorales: dimitir como alcalde en diciembre si para entonces no está terminado el famoso mamotreto, el centro comercial que sucesivos gobiernos municipales del PP en la villa impusieron en medio del casco escamoteando 600.000 euros de licencia y vulnerando las prescripciones de un concurso público y lo recogido en las Normas Subsidiarias. Pero, ¿por qué no va a estar listo el centro comercial en diciembre? Veamos.