La Justicia española está componiendo una de las más tristes páginas de su historia reciente gracias al empeño de un magistrado del Supremo, Luciano Varela, obsesionado con postrar hasta la altura del banquillo mismo a su compañero de carrera Baltasar Garzón. Varela pertenece a la progresista Jueces para la Democracia, que este miércoles emitió un comunicado no en su defensa, sino en la de Garzón, que no es asociado, del que recuerda, entre otras cosas, que está denunciado por unas asociaciones de claro corte franquista y que es el único juez que ha atendido las peticiones de familiares muertos y desaparecidos durante la guerra civil y la posterior represión en España. Debemos suponer que a Varela no le mueve ningún resorte ni reminiscencia alguna del franquismo, sino más bien un ego que compite en tamaño y patetismo con el que también tiene Garzón. Pero el efecto final es el de tapar con tochos de papel y autos llenos de cursiladas lo ocurrido en aquellos años de oscuridad en España. Es lo que una abogada madrileña llamó esta misma semana en Las Palmas de Gran Canaria “el derecho al olvido”.