Es imposible acumular mayor número de sandeces en un comunicado oficial. “Confío en que se entienda que el pueblo nunca debe ser víctima de los actos que realice una persona dentro del contexto de su vida privada”, dice el alcalde de San Juan de la Rambla, y que su municipio “debe ser conocido por su rico patrimonio, por su alto nivel cultural y por su riqueza agrícola, y no por los actos que realice una persona dentro de su vida privada y fuera de su ejercicio profesional”. Lamentablemente, San Juan de la Rambla ha saltado a la prensa nacional por las borracheras de su alcalde, que no es “un profesional” sino el representante de los vecinos, a los que ha avergonzado profundamente. Porque si de alguna cosa es víctima el pueblo de San Juan de la Rambla es de tener un alcalde borrachín y temerario, que se carga y coge el coche a continuación, y no de que esas andanzas suyas salten a la prensa. Eso sí, pide disculpas de manera preventiva el tal Mesa “por el posible malestar causado”, como si la polvareda que él solito ha montado no tuviera trascendencia alguna. Por su puesto anuncia que acatará “lo que la justicia dictamine”, como no podía ser de otro modo, y a no ser que el ebrio fuera otro, que se prepare para un buen polvito económico y a la retirada del carné de conducir, problema que seguramente solventará utilizando un coche oficial del Ayuntamiento, si antes no lo apartan del machito los que irresponsablemente lo colocaron ahí. En el colmo de la estupidez, el alcalde parece tratar de hacerse el gracioso en su comunicado al referirse a su entorno, entendemos que personal, “que está pasando un proceso doloroso y un trago de mal gusto”. Trago de mal gusto es el que pasó el alcalde al día siguiente de su tremenda borrachera, lo que en rigor viene siendo una resaca de campeonato. Lo que su entorno debe estar pasando es un bochorno terrorífico al confirmarse que este buen señor a) tiene un problema con la bebida, y b) en lo que lo resuelve debe abandonar por completo el ejercicio (que no profesión) de la política. Un repaso a la lengua española no le vendría mal en su necesario retiro.