Espectacular, un año más, el escenario del Carnaval de Las Palmas, que va situando el listón tan alto que mucho nos tememos que el día que haya que recortar gastos vamos a tener un disgusto ciudadano de tres pares de narices. La obligada grandiosidad que se ha impuesto sin que sepamos muy bien por qué, el diseño como gran plató televisivo y las ganas de agradar y superar al chicha, dan lugar a cosas tan enormes y caras, pero bueno. Por si no lo saben todavía, la alegoría central de las fiestas es el rock, y la figura principal, Elvis Presley. De eso, de rey del rock, se disfrazó la noche del pregón el alcalde Soria, y una gigante imagen de Elvis preside el escenario del parque de Santa Catalina. Un avispado lector ha encontrado, sin embargo, el gazapo que escondió en el decorado Alberto Trujillo: la mano derecha del rey sostiene un micrófono pero, en lugar de tener la punta de los dedos hacia el interior, es decir, en dirección a su pecho, la tiene hacia afuera, es decir, como si fuera un fakir. Fíjense para que vean, pero no se lancen, que no hay premio.