No anda especialmente privado, lo que se dice privado, con Presidencia del Gobierno el sector de la seguridad privada en Canarias. O al menos eso nos tememos a la vista de las cosas que hemos conocido alrededor de la búsqueda, detección y desinfección de escuchas en las sedes oficiales y menos oficiales de ese departamento gubernamental. Según se supo en la legislatura pasada, una operación de barrido en la vivienda del presidente y en su despacho oficial dio como resultado el descubrimiento de seis micrófonos, seis, socarronamente escondidos en floreros. Cuentan los expertos en la materia que uno de esos micros estaba en el despacho de Las Palmas, otro en el de Santa Cruz y cuatro, lo que leen, en la residencia oficial en la capital grancanaria. O sea, en casa de Román. Si se le pregunta a los guardianes barredores, se niegan a concretar la identidad o inspiración del propietario de la mano colocadora, pero con un leve movimiento de nariz, como quien en el envite tiene el caballo de bastos, te indican que mires al otro lado del charco, una vez se supera ese leve brazo de mar que tantos problemillas nos sigue ocasionando.