A día de hoy no se ha podido desmentir ni desmontar ninguna de las conclusiones publicadas por la prensa local respecto al caso Lifeblood. Hubo, sin lugar a dudas, una manipulación en el pliego de condiciones para que ganara una determinada empresa. Pero a lo que no ha podido llegar la prensa y no sabemos si llegará la justicia es a los motivos que provocaron ese comportamiento. O, a mayor abundamiento: ¿actuó por su cuenta la secretaria general técnica de Sanidad, Lourdes Quesada, ordenando a sus subordinados que removieran trabas para que pudiera ganar Lifeblood? ¿Recibió alguna instrucción de alguien para actuar de esa manera tan irresponsable y contraria a los intereses generales? De haberlo hecho, ¿quién le dio esas instrucciones y con qué motivo? Una vez probado que el cerebro de la operación era Javier Artiles y que su tocayo Javier Jorcano era un mero hombre de paja, ¿había algún otro socio tapado en esa empresa fantasmagórica? ¿Qué tipo de documento se firmó en una notaría de Las Palmas de Gran Canaria entre la convocatoria del concurso y su adjudicación? De momento sabemos que las relaciones entre algunos actores en presencia se han deteriorado seriamente. Por ejemplo, nadie vio a Lourdes Quesada asistir a la boda de la hija de Mercedes Roldós hace una semana, y aún asistiendo José Manuel Soria a los fastos, compartiendo mesa con Rajoy y otros empresarios, parece que la estrecha amistad que unía a la ex consejera con el presidente regional del PP no pasa por su mejor momento.