Ninguna culpa tiene el Claret, vaya por delante, pero en sus aulas y en sus patios se ensoleró esa amistad que, años después, ha dado lugar a que nos encontremos con dos de los tres amigos imputados por la trama que Soria quiere encasquetar al PSOE. Y, para más recochineo, el tercero de la pandilla es el político al que una mañana de noviembre de 2004, Miguel Jorge Blanco telefoneó para recibir una instrucción clara: deja morir Megaturbinas para que el negocio lo pueda hacer Esquivel. ¿Esquivel? ¿El de Promotora? ¿El casero más famoso a este lado del río Pecos? ¿No hay un Esquivel procesado junto a los amigotes y militantes del PP? Vaya, ¡qué curioso! Hace menos de una semana recomendamos humildemente al señor Soria la pastilla que le han recetado para casos de extrema necesidad. No ha debido hacernos caso y a estas alturas quizás sean necesarias dos. Sin miedo, Manolo, métete dos, a ver si así. O pedirle a London que te devuelva el importe de la última factura. Que la cosa va de mal en peor.